Traici¨®n del Monte Fuji: 40 a?os del t¨ªtulo de Hunt ante Lauda
El 24 de octubre de 1976 el brit¨¢nico de McLaren lograba un controvertido Mundial el a?o del horrible accidente de Niki en Nurburgring.


Ron Howard llev¨® al cine el incre¨ªble duelo entre Niki Lauda y James Hunt en 'Rush'. Sin embargo, el oscarizado director de 'Una mente maravillosa' no se centr¨® especialmente en la gran historia del Mundial de 1976, el desenlace que el siempre visionario para los negocios Ecclestone ofreci¨® al mundo entero con la primera cobertura televisiva global, la traici¨®n del Monte Fuji. El 24 de octubre de 1976, El GP de Jap¨®n decid¨ªa el t¨ªtulo, un d¨ªa que pas¨® a la historia de la F-1 como un relato con muchas sombras y preguntas sin respuesta, pero que con el paso de los a?os se ha ido conociendo y viendo la luz.
Para explicar todo hay que irse unos meses atr¨¢s. Lauda dominaba de forma aplastante la general con 35 puntos m¨¢s que Hunt con siete carreras por delante, en un campeonato que el triunfo s¨®lo otorgaba nueve.?El t¨ªtulo parec¨ªa decidido, pero lleg¨® lleg¨® el 'Infierno Verde' de Nurburgring donde el Ferrari de Lauda se estrell¨® y s¨®lo la actuaci¨®n de varios pilotos permiti¨® socorrerle a¨²n con vida. En el hospital de Adenau, el austriaco perd¨ªa la batalla contra la muerte y de hecho lleg¨® a recibir la extremaunci¨®n. 45 d¨ªas despu¨¦s, con sangre mojando los vendajes de su cabeza, volvi¨® a subirse al monoplaza en Monza. En la salida perdi¨® plazas esperando el banderazo habitual. Durante su ausencia se hab¨ªa sustituido por el sem¨¢foro.
Con tres puntos s¨®lo en la general para Niki se lleg¨® a la cita final, la referida del Monte Fuji, el estreno de Jap¨®n en el Mundial. El ahora m¨¢ximo directivo de Mercedes ten¨ªa la cara desfigurada y su inquietrante imagen era perseguida por las c¨¢maras en el espect¨¢culo que hab¨ªa montado Ecclestone. El mundo estaba pendiente del desenlace de la F-1. Amaneci¨® un d¨ªa negro, con un torrente de agua cayendo del cielo que inundaba la pista con charcos y regueros. Los demonios regresan a la mente de Lauda que tiene un h¨¢ndicap a?adido m¨¢s: tras el accidente se hab¨ªa quedado sin pesta?as y con los lacrimales obstruidos. No parpadeaba ni ve¨ªa bien.

En el warm up, entre un torrente de agua, Niki dio una vuelta y coment¨®: "Es in¨²til seguir as¨ª". En la pista reinaba el caos. Tres espectaculares trompos y un accidente demuestraban el peligro. Hunt admit¨ªa: "As¨ª no correremos". Se anunci¨® un empeoramiento, Lauda tom¨® la iniciativa y se convoc¨® una reuni¨®n de pilotos. Tras el encuentro, Lauda mont¨® su despacho en el asiento trasero de un Rolls Royce de la organizaci¨®n. En el interior habl¨® con sus rivales y se propusoi la suspensi¨®n. S¨®lo unos pocos discreparon. Mientras fuera la tormenta arreciaba, hubo un movimiento clave que relata el propio Lauda en 'Mi historia': "El director de carrera dijo que si no se sal¨ªa pronto todo se ver¨ªa comprometido, televisi¨®n incluida. Brambilla, el m¨¢s tonto, se movi¨® primero y todos lo siguieron".
Antes de ir al paddock, Lauda busc¨® a su ch¨®fer y le pidi¨® que estuviera preparado. En la parrilla, Hunt confesaba: "No tengo intenci¨®n de correr. No puedo. Dar¨¦ s¨®lo algunas vueltas". En la tercera vuelta, Lauda se retiraba. Y aqu¨ª comienza la leyenda negra de lo ocurrido ese 24 de octubre. Para la historia ha quedado la frase de Lauda: "Mi vida vale m¨¢s que un campeonato", en la que parece reconocer su miedo, pero testimonios como el de Ermanno Cuoghi, su jefe de mec¨¢nicos, hacen dudar: "Al bajar del coche no ten¨ªa el gesto de un hombre aterrorizado. Estaba calmado. Parec¨ªa seguir un plan preestablecido. Creo que esperaba que sucediera algo, ten¨ªa la situaci¨®n bajo control".
Petterson se detuvo antes que Lauda, igual que Perkins. Y tras el austriaco, Pace y Fittipaldi. Nadie m¨¢s par¨®, el supuesto acuerdo o no existi¨® o se hab¨ªa roto. Faltaba el final fue hollywoodiense. A Hunt le revent¨® un neum¨¢tico a falta de cinco vueltas y en el box de Ferrari saltaban de alegr¨ªa creyendo que el t¨ªtulo ir¨ªa a Lauda, pero la carrera no hab¨ªa dicho su ¨²ltima palabra ya que el pinchazo se produjo en la ¨²ltima curva y entr¨® directo a boxes. Los mec¨¢nicos tardaron veintisiete segundos en cambiar las cuatro ruedas y el brit¨¢nico regres¨® sin saber ni c¨®mo iba ni lo que deb¨ªa hacer. Comenz¨® a adelantar en una carrera contrarreloj, contra todo sin referencias. S¨®lo pisar a fondo y pasar cuantos m¨¢s rivales, mejor.
Acab¨® tercero. Era campe¨®n, pero no lo sab¨ªa y al bajar del McLaren se fue corriendo enfurecido a por Teddy Mayer, el director deportivo. Mientras este intentaba felicitarle por el t¨ªtulo, su piloto quer¨ªa agredirle por la gesti¨®n de la carrera. Alguien logr¨® avisarle que era campe¨®n por un punto. ¡°Me voy a emborrachar ahora mismo¡±, respondi¨® Hunt a la televisi¨®n brit¨¢nica poco despu¨¦s de fumarse un cigarrillo, como acostumbraba tras cada prueba. Merzario, tambi¨¦n presente, es el ?que m¨¢s claro ha hablado de ese d¨ªa: "Tras el sem¨¢foro verde hasta el m¨¢s honesto se comport¨® como un bandido".