Nibali, hombre sencillo, mordisco letal
A sus 25 a?os les ha devuelto la alegr¨ªa a los italianos, ya que llevaban 20 a?os sin ganar una Vuelta a Espa?a.

Vincenzo Nibali (25 a?os, Messina), archiv¨® en su palmar¨¦s el sue?o de ni?o nada m¨¢s cruzar la meta de la ¨²ltima etapa de la Vuelta junto a La Cibeles, el ¨¦xito m¨¢s deslumbrante del "Tibur¨®n del Estrecho", un tipo tranquilo, sencillo, que se ha convertido en ¨ªdolo del ciclismo italiano, aunque no quiere comparaciones, "porque a¨²n es pronto", con leyendas como Felice Gimondi.
Hac¨ªa veinte a?os que no ganaba la Vuelta un italiano, desde Giovanetti en 1990. Antes lo hicieron otros tres: Conterno (1956), Gimondi (1968), Battaglin (1981). Un dato que parece no alterar al "tibur¨®n", un hombre que pronto tuvo que marcharse de Messina a Toscana para ser ciclista en serio, y hacerse un hombre con responsabilidades, lejos de su familia. "Aprend¨ª a cocinar", dice.
Nibali, s¨¦ptimo en el Tour 2009, lleg¨® al Giro 2010 de rebote, por la baja de Pellizotti. Le arruinaron sus vacaciones cinco d¨ªas antes de la salida. Estaba tan tranquilo en su tierra, montando en su Vespa, pero la vida le guardaba una sorpresa. Hizo bingo con la tercera plaza, un triunfo de etapa y tres d¨ªas de rosa. "El a?o que
viene lo puedo ganar yo", se?al¨® en el teatro romano de Verona, con su compa?ero Ivan Basso en lo m¨¢s alto.
Llegaron las alabanzas para Nibali, que cumple su quinto a?o de profesional. Pero el escualo no se inmuta cuando ya le comparan con Gimondi o Gianni Bugno. Le gusta tener los pies en la tierra, pero apunta alto pensando en ir al Tour a pelearse con Alberto Contador y Andy Schleck. Para un italiano el Giro es lo m¨¢ximo, pero sabe que el carnet de ciclista, como dijo un d¨ªa Jos¨¦ Miguel Echavarri, "lo dan en el Tour".
Nibali no se corta, y est¨¢ dispuesto a llevar la manija del ciclismo italiano en el Tour de Francia. De presi¨®n entiende poco y la asimila con tranquilidad. "Contador es el n¨²mero uno y muy dif¨ªcil de batir, pero me veo peleando con ¨¦l en el Tour y s¨¦ que puedo ganar la carrera", dijo en una reciente entrevista con Efe.
El corredor del Liquigas es de los pocos que han recibido el reconocimiento de Lance Armstrong. En el Tour del a?o pasado, en la etapa de Le Grand Bornand, el estadounidense le dio la mano, valorando su trabajo, tras compartir una escapada con ¨¦l. Aquel d¨ªa el texano se neg¨® a darle relevos al vencedor de la Vuelta 2010 "porque iba muerto".
A Nibali siempre le ha gustado la bicicleta, aunque su primera vocaci¨®n fue el atletismo. La primera la tuvo con 8 a?os. Se la fabric¨® su padre con retales, pero hasta los 14 no compiti¨®, y qued¨® segundo por no haber visto la l¨ªnea de meta tras una curva. Con 10 a?os se sub¨ªa al Etna sujeto con una cuerda al coche de sus padre.
Su ¨ªdolo de siempre es Marco Pantani, un legendario escalador "que parec¨ªa que se sal¨ªa de la pantalla", pero tambi¨¦n recuerda con cari?o al espa?ol Miguel Indurain. Nibali no escala como la leyenda de Cesenatico, pero baja como pocos. Cuando gan¨® la etapa del Giro en Asolo su cuentakil¨®metros, "sin trucarlo" marcaba 104 kms/hora. Cuando de peque?o se tiraba por las colinas de Messina su padre no dud¨® en comprarle un casco, al ver a su hijo un poco temerario.
En su casa la bicicleta tambi¨¦n fue una herramienta importante para hacer pasar a Vincenzo por el aro de la buena educaci¨®n. Su padre le rompi¨® la bicicleta por pelearse con un compa?ero del colegio. Un correctivo demasiado alto para un loco de la bici.
Ahora en la cresta de la ola, Nibali mand¨® a Italia un mensaje de esperanza desde la madrile?a Plaza de Cibeles. Lleg¨® sin conocer el recorrido, ni los puertos, siquiera la Bola del Mundo, el terror de la presente edici¨®n.
"Ya he subido Plan de Corones y el Mortirolo, la Bola no me puede asustar", dijo la v¨ªspera de la etapa en la sierra madrile?a. Ese es Vincenzo Nibali, el hombre tranquilo con disfraz de tibur¨®n. Posiblemente vuelva a descartar comprarse un Porsche. No es pretencioso. Lo pasa mejor con la Vespa.