?Cómo un partido de hockey se convirtió en un asunto de Estado entre EEUU y Canadá?
La final del ‘4 Nations Face-Off’ obtuvo un cariz político inusitado. El partido se disputó en medio del fuego cruzado diplomático, con los aranceles como trasfondo.


Lo que podría haber sido un simple partido de hockey se volvió una batalla de orgullo nacional. Dos países, en tono beligerante, volcados a una pista de hielo. Los goles como victorias en un campo de batalla. Eduardo Galeano habló del deporte como una “sublimación de la guerra”. Ello ocurrió la noche del jueves 20 de febrero en el TD Garden de Boston. Canadá se impuso a Estados Unidos en la final del ‘4 Nations Face-Off’, la primera edición de un torneo protagonizado, íntegramente, por jugadores de la National Hockey League (NHL), en representación de sus selecciones nacionales. Lo nunca visto. Lo más selecto del hockey sobre hielo mundial, en pugna por un campeonato para sus países. En el trasfondo, un clima de encono que se escenificó en las gradas bostonianas y en el hielo. Un recuerdo al Miracle on Ice de 1980, sin Guerra Fría.
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Se trató, en realidad, del segundo partido entre canadienses y estadounidenses en menos de dos semanas. En el duelo de round robin de la misma competencia, el Team USA despachó 3-1 al ?quipe Canada. Aquella noche, en el Bell Centre de Montreal, los aficionados quebequenses abuchearon al himno visitante, el Star-Spangled Banner. La reacción del público fue una respuesta a las amenazas que el gobierno de Donald Trump ha proferido contra la nación de ‘La Hoja de Maple’ desde las elecciones del 4 de noviembre. Aranceles del 25% a todos los productos canadienses, militarización de la frontera para detener la migración ilegal y el trasiego de drogas, críticas a su sistema de sanidad social y, más notoriamente, la amenaza de anexionar el territorio canadiense por la fuerza (”económica”, matizó Trump en la conferencia previa a su investidura). Estados Unidos no es muy popular ahora mismo en Canadá y los fans del hockey, que no son pocos, lo hicieron saber al mundo.

Ambas selecciones obtuvieron la mayor cantidad de puntos y goles a favor en el grupo, por arriba de Suecia y Finlandia, por lo que accedieron a disputar el trofeo. La tensión diplomática rodeó el encuentro, el primero en altas instancias desde las semifinales de los Juegos Olímpicos de Invierno, en 2014 (victoria canadiense de 1-0). Donald Trump y su vicepresidente, J.D. Vance, avivaron el fuego. El mandatario escribió en su plataforma, Truth Social, que llamaría por teléfono al equipo estadounidense “para alentarlos hacia la victoria esta noche contra Canadá, que con impuestos mucho más bajos y una seguridad mucho más fuerte, algún día, tal vez pronto, se convertirá en nuestro querido y muy importante estado 51°”. El republicano no asistió el partido por un compromiso en D.C. con los gobernadores estatales en la misma noche. “Lo estaremos viendo y, si el gobernador Trudeau se quiere unir a nosotros, será más que bienvenido”, continuó Trump, en mofa al primer ministro canadiense, al que rebajó de autoridad. Vance, por su parte, concedió una entrevista durante la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) hora antes del cotejo: “Nos gustaría patearles el trasero otra vez, porque puedes abuchear a Estados Unidos. A Canadá, si no ganan, los aranceles serán aún más altos. No, es broma”, soltó con sorna.

“No pueden tomar nuestro país”
Pero la historia no sería la misma. A pesar de la condición de visitante, la delegación del norte no se amilanó. Chantal Kreviazuk, encargada de entonar el himno, O’Canada, cantó las estrofas de otra forma: cambió intencionalmente ‘in all of us command’ a ‘that only us command’. “Canadá para los canadienses”, pareció ser el mensaje entrelíneas. “Debemos expresar nuestra indignación ante cualquier abuso de poder”, publicó la cantante horas después en su cuenta de Instagram. La final se extendió con drama al overtime con el marcador en 2-2 después de los tres periodos de rigor. El gol de Connor McDavid, al 68:18, confirmó la ansiada revancha de los Rouges. La afición canadiense explotó en Boston. “Cuando O’Canada resonó por segunda ocasión en la noche, no había ya seguidores estadounidenses en la arena para abuchear”, reportó The Associated Press. Trudeau también obtuvo redención: “No pueden tomar nuestro país... y tampoco pueden tomar nuestro juego”, escribió en X.
You can’t take our country — and you can’t take our game.
— Justin Trudeau (@JustinTrudeau) February 21, 2025
Los desencuentros entre Estados Unidos y Canadá no terminarán con el resultado, evidentemente. Las advertencias arancelarias permanecen y la retórica del 51° estado continuará durante la segunda administración Trump. Pero, por ahora, Canadá pudo celebrar una victoria sobre el hielo. Un Miracle on Ice a la inversa.
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