Una ni?a de seis a?os entra a una tienda para comprar un peluche de 10 € y la dependienta se gana el cielo: ¡°No s¨¦ si estoy llorando de ternura o de pobreza¡±

Es bien sabido que la capacidad disuasoria que desata la inocencia de un ni?o es de una magnitud incalculable. La ilusi¨®n de una peque?a criatura es el mayor combustible para tratar de zanjar un problema, especialmente cuando se le tiene cari?o. As¨ª lo ha podido comprobar Armand Entreri, una creadora de contenido que trabaja en, quiz¨¢, el sitio que m¨¢s y mejor saca a la luz el lado m¨¢s puro de los peque?os: una tienda de peluches.

¡°No s¨¦ si estoy llorando de pobreza o de ternura¡±, ha comenzado la tiktokter a esbozar el relato de su entra?able an¨¦cdota, que tiene por protagonista a una ni?a que estudia en un centro educativo no muy lejos de su tienda. ¡°Aqu¨ª al lado hay un cole. Todos los d¨ªas, cuando salen del cole, pasan todos los ni?os por la puerta. Y hay una ni?a...¡±, explica, visible la emoci¨®n en su rostro.

¡°Espero que el del alquiler me lo acepte...¡±

Todo comenz¨® el primer d¨ªa de colegio. Ella entr¨® a la tienda y ¡°qued¨® fascinada¡± por la l¨®gica atracci¨®n que puede sentir un ni?o peque?o hacia un lugar autodenominado ¡°para¨ªso de los peluches¡±: ¡°La madre dijo: ¡®venga, sal de ah¨ª'. Yo le dije adi¨®s y ella me dijo adi¨®s muy emocionada. Desde entonces, todos los d¨ªas que pasa por aqu¨ª me dice adi¨®s. No se le ha olvidado ni un solo d¨ªa desde que ha empezado el curso¡±, prosigue la historia, detallando que, incluso, ¡°hab¨ªa algunas veces que estaba atendiendo a alguien y me gritaba m¨¢s fuerte para que la escuchara¡±.

El cari?o que une a la tiktoker con la peque?a iba creciendo con los d¨ªas. Y ha llegado a ser tal que, con tal de no decepcionarla, ha decidido hacer con ella una bonita excepci¨®n. ¡°Hoy ha entrado y me ha preguntado si tengo alg¨²n peluche de menos de diez euros. Y yo he pensado que eso era que la madre le ha dado un billetillo porque ha visto que se para todos los d¨ªas. Y le he dicho: ¡®tengo much¨ªsimos¡¯. Ella mirando, ilusionada, y al final cogi¨® un peluche de un oso panda¡±, cuenta.

Todo estaba en orden. ¡°Le digo venga, vale, perfecto. Y me da una moneda de diez c¨¦ntimos... ?que pensaba que eso eran diez euros!¡±, estalla de la risa, confesando el dilema que sinti¨®: ¡°Y ahora qu¨¦ hago con lo bonica que es esta ni?a¡±. Al final ha decidido no jugar con la ilusi¨®n de la ni?a y ¡®vender¡¯ el peluche por los diez c¨¦ntimos. Como pedir es gratis, espera que ¡°el del alquiler lo acepte como si fueran diez euros¡±.

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