La madre acuesta a su hijo para la siesta y entra en p¨¢nico cuando desaparece de la c¨¢mara de vigilancia

No existe un miedo mayor que aquel que brota tras la preocupaci¨®n que sucede a la sospecha de que un ser querido est¨¢ en peligro. Es algo humano. Uno de los mayores exponentes de esta conducta se aprecia en el comportamiento de los padres y madres j¨®venes y primerizos, absolutamente obsesionados por el bienestar de la peque?a criatura; en esa espiral de amor y preocupaci¨®n realizan actividades sanas y aconsejables que, en ocasiones, provocan m¨¢s de un susto. Es el caso de las c¨¢maras para vigilar a los beb¨¦s.

As¨ª ha podido comprobarlo Jessica Johnston, una tiktoker norteamericana natural de Chicago que ha capturado en un v¨ªdeo el momento en el que se qued¨® sin respiraci¨®n al mirar el monitor que reproduce las im¨¢genes de la c¨¢mara y, de repente, no encontrar al peque?o Archie, de 22 meses. Ocurre que, a sus casi dos a?os, ha abandonado la cuna para cambiarla por una cama; y la evidente preocupaci¨®n de la madre en dicho proceso la llev¨® a monitorizar la transici¨®n.

No pens¨® que fuera imposible: a diferencia de su anterior lugar de reposo, Archie pod¨ªa escapar f¨¢cilmente de la cama porque se encontraba al nivel del suelo y carec¨ªa de barrotes. Es decir, que pod¨ªa haber ido a cualquier sitio. ¡°Entr¨¦ en p¨¢nico. Sub¨ª las escaleras corriendo muy r¨¢pido. Tambi¨¦n estoy embarazada de siete meses, as¨ª que mis emociones estaban por todas partes¡±, reconoce Jessica a Newsweek.

Cuando lleg¨® comprob¨® que, efectivamente, el peque?o no estaba all¨ª. Por lo menos, no a simple a vista. Tras investigar la zona se encontr¨® con Archie profundamente dormido en un resquicio entre la estanter¨ªa y la cuna: estaba sentado, en una posici¨®n absolutamente natural y, tal y como ha reconocido su madre, ¡°roncaba¡±.

En la caja de comentarios se han amontonado los comentarios acerca de lo ¡°c¨®modo¡± que parec¨ªa el peque?o, as¨ª como los mensajes en los que otros usuarios han confesado sus propias experiencias. ¡°Una vez encontr¨¦ a la m¨ªa dormida en una maleta abierta, pens¨¦ en trasladarla a la cama, pero decid¨ª dejarla¡±, ha confesado uno, a lo que otro ha rizado el rizo: ¡°Mi hijo se durmi¨® debajo de la mesa con el cubierto de la mantequilla en la mano¡±.

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