Gastronom¨ªa
Se gasta 395 euros en el restaurante de Berasategui y deja un consejo final: ¡°Es como ir a un museo¡±
El popular tiktoker gastron¨®mico Arturo Lemmen acudi¨® al restaurante de tres estrellas Michelin del chef vasco y compar¨® su men¨² degustaci¨®n con una exposici¨®n de arte.
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Exist¨ªa cierto misticismo y hab¨ªa un factor enigm¨¢tico que, si bien permanece latiendo en los restaurantes de m¨¢s alto lujo, se ha desvanecido en la amalgama de v¨ªdeos de creadores de contenido que visitan locales para realizar rese?as: uno puede no ir a DiverXO, de Dabiz Mu?oz, pero s¨ª ver c¨®mo numerosas personas con influencia en plataformas realizan rese?as, muestran sus platos y dan sus conclusiones. Y de esto pocos se salvan.
Una de las m¨¢s recientes y virales visitas ha sido la que ha protagonizado Arturo Lemmen, rostro de ¡®Soyelarturito¡¯ y quien cuenta con m¨¢s de dos millones de seguidores en TikTok, al restaurante de Mart¨ªn Berasategui, en Lasarte-Oria (San Sebasti¨¢n), que tiene la friolera de tres estrellas Michelin. El tal Arturo toma asiento, afirma sentirse ¡°como en la pel¨ªcula de The Menu¡± y pide una opci¨®n de men¨² degustaci¨®n de 395 euros.
Primeramente llega a su mesa un corso con algas y caviar que desata en ¨¦l un placer inusitado, misma sensaci¨®n que asalta a sus papilas gustativas cuando prueba la falsa oliva marinada. Este tipo de ofertas culinarias, ideadas para que el consumidor pueda probar ¡®todo¡¯ en una ¨²nica visita, se convierten en un desfile de platos curiosos, como el milhojas caramelizado de anguila ahumada con foie, cebolleta y manzana verde, que, sin darse cuenta el cliente, van llen¨¢ndole muy poco a poco.
¡°Estos lugares no son para todos¡±
Y as¨ª llegaron la gilda con tartar de at¨²n, el balfego cremoso de anchoas y un canel¨®n de crust¨¢ceos con pepino dulce, salm¨®n y jugo de hierba. Cada receta era un nuevo estallido de emoci¨®n culinaria ¡ªpura ¡°alta gastronom¨ªa¡±, en palabras del tal Arturo¡ª que termin¨® por ahogarse en un atisbo de decepci¨®n cuando lleg¨® a la mesa el brioche con tocineta ib¨¦rica: ¡°Aunque estaba delicioso, esperaba mucho m¨¢s. Sab¨ªa como a pan de avi¨®n¡±.
Hubo hueco para los postres y, ultimando las vueltas de la rueda de tal singular men¨², se deshizo en halagos ante el helado de gin fr¨ªo y caliente con fresas y lima; misma reverencia dedic¨® al lim¨®n falso con jugo de albahaca, jud¨ªa verde y almendra. Desde su punto de vista, fue en esta ¨²ltima parte de la comida cuando pudo cerciorarse de la minuciosa preparaci¨®n de los chefs.
Una vez llega la cuenta, brotan las conclusiones. ¡°Estos lugares no son para todos y no es un tema econ¨®mico. Ir a un restaurante as¨ª es como ir a un museo donde te puedes comer todo, pero es ir a apreciar el arte de la alta cocina¡±, cavila, destacando que, aunque lo monetario no resulte el eje de la experiencia, quiz¨¢ lo m¨¢s sorprendente y la mecha de su reflexi¨®n sea que una Coca-Cola cueste ocho euros.
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