Famosos
Mario Casas como no lo recordabas: as¨ª fue el anuncio del actor siendo un ni?o en los a?os 90
El int¨¦rprete de origen gallego, mucho antes de debutar en el s¨¦ptimo arte, era un rostro habitual de anuncios publicitarios; entre los m¨¢s conocidos, Telepizza y Renfe.

El tiempo es relativo en torno a Mario Casas: representa ante la sociedad espa?ola un perfil que, quiz¨¢ por los puntos m¨¢s reconocibles de su filmograf¨ªa, parece que evita el paso de los a?os y que jam¨¢s llegar¨¢ a envejecer; por otra parte, si uno estudia su curr¨ªculum, descubrir¨¢ que a sus 38 a?os tiene una dilatad¨ªsima lista de pel¨ªculas y series a su espalda. Y lo que no es ni una, ni la otra.
En realidad, el int¨¦rprete de origen gallego lo es casi desde el nacimiento: antes de entregarse a la actuaci¨®n, pudiendo fechar su primer personaje fijo en 2006 (en la serie juvenil SMS) y tras no pocos papeles menores que le hicieron curtirse y formarse en el s¨¦ptimo arte, Casas ya era un rostro conocido por numerosos espa?oles. De hecho, muchas personas conocen al actor sin saber que, efectivamente, es ¨¦l.
Esta paradoja tiene una sencilla explicaci¨®n. Los primeros pasos del protagonista de Tres metros sobre el cielo en la interpretaci¨®n los dio siendo un ni?o y en formatos publicitarios: realiz¨® apariciones espor¨¢dicas de muy joven, encarnando papeles de ni?o, para marcas como Telepizza o Renfe.
En el caso de la reconocida cadena multinacional espa?ola de pizzer¨ªas, un jovenc¨ªsimo Mario Casas, ataviado con un jersey al m¨¢s puro estilo de los a?os noventa, hablaba directamente al telespectador para aconsejarle la compra de una pizza porque, adem¨¢s de disfrutarla, recibir¨ªa un regalo especial. ¡°Con Telepizza te lo vas a pasar de cine. Ahora con tu pedido conseguir¨¢s v¨ªdeos presentados por Steven Spielberg¡±, se le o¨ªa decir en aquel comercial.
Algunas de las cintas que se regalaban eran Los Gremlins, Los Goonies o Animaniacs, aut¨¦nticos cl¨¢sicos del cine que, tiempo atr¨¢s, formaban parte de un presente cotidiano en el que, sin que muchos lo supieran, aparec¨ªa con frecuencia un tal Mario Casas, a quien el paso del tiempo parece afectarle de manera relativa.
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