La escalofriante historia tras la nueva serie de Javier Bardem en Netflix: el crimen de los Menendez
La nueva producci¨®n de la plataforma se centra en la historia familiar de Erik y Lyle Menendez, quienes mataron a sus padres con una escopeta en 1989.


Las cr¨®nicas negras y ensangrentadas que narraban los asesinatos de Jeffrey Dahmer hab¨ªan quedado guardadas en ese caj¨®n de la memoria colectiva e individual que uno prefiere no abrir por respeto a lo acontecido. As¨ª fue hasta que Monstruos, La historia de Jeffrey Dahmer abri¨® de golpe aquella carpeta de escalofriantes sucesos; la serie tard¨® poco en arrasar en Netflix, convirti¨¦ndose en la cuarta m¨¢s vista de la plataforma y despertando la curiosidad de todos sus seguidores por aquellas p¨¢ginas arrancadas de la historia penal norteamericana.
Ryan Murphy, director de la primera temporada de Monstruos y unas de las mentes pensantes detr¨¢s de American Horror Story, vuelve a adentrarse en el complicado y sensible terreno de lo criminal y presenta la segunda entrega de la serie. As¨ª nace Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menendez, donde explora en nueve episodios la infancia de dos hermanos que un lejano 20 de agosto de 1989 cambiaron a punta de pistola su vida para siempre.
Han pasado tres d¨¦cadas y media, pero mucha gente no olvida aquella noche negra en la que varios disparos en una vivienda familiar, donde nunca hab¨ªa pasado nada a ojos de sus vecinos, silenciaron la noche de Beverly Hills.
El ¡®crimen perfecto¡¯
Lyle (1968) y Erik (1970) hab¨ªan crecido en Princeton, Nueva Jersey, pero se mudaron junto a su familia a California en 1987, cuando su padre, Jos¨¦, encontr¨® trabajo en la costa oeste. Erik comenz¨® a estudiar en Calabasas y Lyle, tras problemas de disciplina y plagio, termin¨® abandonando la universidad. El dinero no era un problema, aunque, tiempo despu¨¦s, muchos se?alasen aquello como el m¨®vil que llev¨® a los hermanos a perder la cabeza.
Ocurri¨® aquella noche de agosto de 1989. El calendario marcaba el d¨ªa 20. Jos¨¦ y Kitty, su mujer y madre de los hermanos, estaban cansados; hab¨ªan pasado el d¨ªa en un yate alquilado tratando de pescar tiburones y, cuando el sol se march¨®, decidieron quedarse en su mansi¨®n de North Drive Elm, en Beverly Hills, para ver La esp¨ªa que me am¨®. No estaban all¨ª ninguno de los hijos. A las diez en punto, sonaron los disparos.
Algunos vecinos dijeron haber escuchado fuegos artificiales en casa de los Menendez, pero la pirotecnia en cuesti¨®n era una escopeta Mossberg de calibre 12. Y quienes la empu?aban eran Lyle y Erik. Primero dispararon a quemarropa a su padre en la cabeza y, cuando la madre se despert¨® por el estruendo, apuntaron a la madre: primero fue en la pierna, luego en el brazo y en el pecho y, finalmente, en la cara. Qued¨® irreconocible.
En un intento de cometer el ¡®crimen perfecto¡¯ dispararon a las rodillas de sus progenitores buscando que pareciera un ajuste de cuentas de la mafia y, para redondear, compraron entradas para un cine local. Estaba en cartelera Licencia para matar y pod¨ªa funcionar como coartada. Despu¨¦s regresaron a su domicilio y llamaron a la polic¨ªa para alertar del asesinato de sus padres. Fueron sospechosos desde un primer momento, pero la ausencia de pruebas les salv¨® de la c¨¢rcel.
Sus primeras semanas como hu¨¦rfanos estuvieron ba?adas por el inagotable dinero de sus padres. Relojes de lujo, coches de marcas inasumibles, viajes a la costa caribe?a y diferentes mudanzas de ensue?o; gastaron en torno a un mill¨®n de d¨®lares en apenas seis meses. Todo iba bien. Hasta que Erik confes¨® los asesinatos a su psiquiatra, quien, a pesar de haber sido amenazado por Lyle, se puso en contacto con la polic¨ªa para resucitar un caso que hab¨ªa quedado encasquillado. En diciembre de 1992 el jurado de Los ?ngeles acus¨® formalmente a los Men¨¦ndez del asesinato de sus padres.
Dos juicios y una vida en prisi¨®n
El juicio fue retransmitido por televisi¨®n y fue un aut¨¦ntico terremoto medi¨¢tico en Estados Unidos. La abogada de Erik, Leslie Abramson, tard¨® poco en copar las portadas de los rotativos norteamericanos al establecer la l¨ªnea de la defensa: los hermanos hab¨ªan sufrido abusos por parte de sus padres, especialmente Jos¨¦, quien acosaba sexualmente a sus v¨¢stagos. Nunca se pudo demostrar, pero como la teor¨ªa de la defensa no encajaba con la ausencia de antecedentes penales de ambos el juicio, finalmente, no pudo condenarles.
Hubo otro. Esta vez sin c¨¢maras y, a diferencia del primero, con una sentencia firme. Erik y Lyle eran declarados culpables de asesinato de primer grado y conspiraci¨®n; se rechaz¨® la pena de muerte por la ausencia de cr¨ªmenes en el historial de cada uno, pero la condena, emitida el 2 de julio de 1996, no pudo pesar m¨¢s para los hermanos. Cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.
Ambos contin¨²an vivos y asumen, seg¨²n han reiterado en m¨¢s de una ocasi¨®n, que pasar¨¢n el resto de su vida en prisi¨®n. Lyle se cas¨® con una amiga por correspondencia y Erik contrajo nupcias, primero, a trav¨¦s de una ceremonia telef¨®nica y despu¨¦s, en la sala de espera de la c¨¢rcel. Tras muchos a?os en c¨¢rceles diferentes, pudieron reencontrarse en el centro penitenciario de Richard J. Donovan de San Diego en 2018.
Hace apenas un mes sali¨® a la luz la existencia de una carta que Erik envi¨® en enero de 1989 a un primo suyo en la que, supuestamente, se detallaban los abusos sexuales de su padre. Esto ha llevado a los equipos legales de los hermano a pedir el habeas corpus (puesta en libertad) al Tribunal Superior de Los ?ngeles para la celebraci¨®n de un nuevo juicio.
Ahora m¨¢s que nunca se torna difusa aquella p¨¢gina de la cr¨®nica negra norteamericana que aterroriz¨® a los vecinos de Beverly Hills una noche cualquiera de finales de los ochenta.
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