Se gasta 96 euros en un restaurante espa?ol en ?msterdam y sentencia al gazpacho: ¡°Parece sopa de remolacha¡±

Cuando uno viaja lejos de Espa?a suele notar c¨®mo brotan ciertas nostalgias dentro de su alma. Desde la a?oranza por la tierra a la que uno acude cada est¨ªo hasta las personas con las que se han compartido miles de momentos. Ocurre que estos recuerdos, aunque no de igual manera, son extrapolables a otros pa¨ªses; sin embargo, en el caso espa?ol, la morri?a se extiende a otro campo m¨¢s: el gastron¨®mico. Como la comida espa?ola, y en Espa?a, pocas cosas; as¨ª lo ha podido comprobar el creador de contenido Dumas, quien acumula m¨¢s de 100.000 seguidores en Youtube, en un reciente viaje a ?msterdam.

Lo cierto es que, de todas las experiencias posibles, no es la suya la m¨¢s decepcionante. Aunque con alguna peculiaridad, el influencer ha quedado muy satisfecho. ¡°Nos vamos a comer a un restaurante espa?ol en ?msterdam, ?c¨®mo estar¨¢? Pues no lo s¨¦, pero tengo ganas de comer algo de mi tierra¡±, dec¨ªa en un primer momento, plante¨¢ndose si los platos ser¨ªan ¡°espa?oles, espa?oles¡±.

¡°No parece gazpacho...¡±

Al sentarse en el local observa, en un primer momento, que todos los vinos son espa?oles. Luego recibe la carta y, para su sorpresa, las propuestas son bastante fieles a la realidad gastron¨®mica patria. ¡°Obligatorio hay que pedir unas ancho¨ªtas, unas croquetas para saber si est¨¢ bueno; ropa vieja, que creo que es lo que sobra del cocido, que en Almer¨ªa no se usa mucho este t¨¦rmino, pero creo que en Madrid s¨ª¡±, enumeraba, mencionando tambi¨¦n el secreto ib¨¦rico y el gazpacho y rese?ando que, aunque no se aprecia una extensi¨®n gigante, hay ¡°lo justo y necesario¡±.

Antes de probar ning¨²n plato desliz¨® una apreciaci¨®n de la comida espa?ola lejos de su pa¨ªs natal. ¡°Aqu¨ª pasa una cosa, y es que nada sabe igual que en Espa?a. Es como que la materia prima en Espa?a est¨¢ mucho m¨¢s buena que aqu¨ª, tanto en el s¨²per como en restaurantes. Nada est¨¢ tan bueno como en un bar de Espa?a¡±, reflexiona, quiz¨¢ sin prever que estaba a punto de sorprenderse: primero llegan las croquetas, que aunque son ¡°enanas¡± est¨¢n ¡°muy buenas¡±. Y luego lleg¨® el gazpacho.

Al verlo no le salieron las palabras. ¡°Sigo sin entender por qu¨¦ se llama gazpacho a esto, que parece una sopa de remolacha¡±, expres¨®. Todo cambi¨® al probarlo: ¡°Sabe igual que cuando pruebas gazpacho en un sitio de lujo, que tiene matices s¨²per diferentes. No parece gazpacho, pero est¨¢ buen¨ªsimo. Tiene un toque picante¡±. En cuanto a la empanada, que lleg¨® despu¨¦s, no fue su favorita, ¡°pero por lo menos empacha¡±. Y para culminar, un carajillo, que le cost¨® seis euros, y un arroz con leche ¡°muy bueno¡±.

Cuando termina se graba a s¨ª mismo en la puerta del restaurante y hace una escueta valoraci¨®n de su experiencia. ¡°El precio ha sido una barbaridad. Tres vasos de vino, un agua con gas, un agua sin gas, una anchoa, unas croquetas, un gazpachillo, una empanada, un arroz con leche y dos carajillos; 96 euros¡±, dice, confesando que esperaba en torno a 65 y que, aunque ¡°est¨¢ bueno¡±, es un local ¡°para momentos especiales¡±.

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