M?SICA
Salen a la luz las ¨²ltimas palabras de John Lennon
El documental ¡®Lennon: Murder Without a Trial¡¯ de Apple TV+ ahonda en el relato de la muerte de la estrella brit¨¢nica de la contracultura desde la voz de algunos testigos.
Nueva York, 8 de diciembre de 1980. Fueron cinco los disparos que hicieron maldita aquella noche, cuatro los que impactaron. Y ocurri¨® como ocurren todas las grandes ca¨ªdas de iconos: en cuesti¨®n de segundos. La muerte de John Lennon constern¨® generaciones, cumpli¨® un deseo y desat¨® fantasmas. Todo, en un abrir y cerrar de ojos.
Eran las 22:50. Lennon y la controvertida Yoko Ono hab¨ªan llegado al Dakota, el apartamento en el que viv¨ªan. A la entrada se encontraba Mark David Chapman, un joven soci¨®pata con problemas de autoestima que buscaba convertirse en ¡°alguien importante¡± con aquello que estaba a punto de hacer. De los cuatro tiros del calibre 38, dos le dieron en la espalda y otros dos en el hombro izquierdo. Diez minutos despu¨¦s se declaraba muerta una leyenda de la m¨²sica.
En el torbellino de gritos que liber¨® Chapman fue dif¨ªcil distinguir nada, seg¨²n han relatado algunos testigos que vieron c¨®mo aquel psic¨®pata, a quien Lennon le hab¨ªa firmado un aut¨®grafo horas antes y que fr¨ªamente esper¨® la llegada de la polic¨ªa con su ejemplar de El guardi¨¢n entre el centeno, consegu¨ªa ser ¡°alguien importante¡±. Los chillidos de Ono pidiendo una ambulancia. Y los ¨²ltimos instantes del antiguo beatle.
El portero del edificio y el taxista
El documental Lennon: Murder Without a Trial ha visto la luz en Apple TV+, convirti¨¦ndose en algo m¨¢s que una cr¨®nica de la noche en la que se apag¨® la estrella brit¨¢nica de la contracultura. M¨¢s de cuatro d¨¦cadas despu¨¦s, ha salido a la luz uno de los retazos perdidos en la vor¨¢gine de aquel asesinato: las ¨²ltimas palabras de Lennon, las que pronunci¨® antes de cerrar los ojos y con la sangre brotando de su boca.
Quien ha puesto voz a estos segundos de su oscura muerte ha sido el portero del edificio Dakota, Jay Hasting, a quien el ruido de los disparos alert¨® y quien trat¨® de socorrer sin suerte al m¨²sico. ¡°[John] pas¨® corriendo a mi lado. ?l me dijo ¡®me han disparado¡¯. Le sal¨ªa sangre de la boca. Simplemente se desplom¨® en el suelo. Lo hice rodar hasta quedar boca arriba, le quit¨¦ las gafas y las puse sobre el escritorio¡±, revela, a lo que a?ade que Yoko gritaba ¡°traigan una ambulancia, traigan una ambulancia, traigan una ambulancia¡±. Esto s¨ª lo escucharon, por muy tarde que fuera para remediar nada.
Otro de los testigos que ha hablado de aquello ha sido el taxista Richard Peterson. Se encontraba sentado en su coche, que hab¨ªa estacionado frente al mismo edificio. No pas¨® desapercibido el tiroteo. ¡°Lennon estaba entrando y el chico dijo: ¡®John Lennon¡¯. Era un tipo fornido. Le veo a trav¨¦s de la ventana delantera de mi taxi. Lo estoy mirando y le dispara¡±, ha confesado, consternado, con la voz hueca y falta de aire: ¡°este tipo acaba de dispararle a John Lennon. Pens¨¦ que estaban haciendo una pel¨ªcula, pero no vi luces ni c¨¢maras ni nada, as¨ª que me di cuenta: ¡®oye, esto no es una pel¨ªcula¡¯¡±. Y no lo era. Tan solo una s¨®rdida noche neoyorquina interrumpida por cinco disparos que termin¨®, en cuesti¨®n de segundos, con una vida. Y despu¨¦s la respiraci¨®n contenida en la ciudad de los rascacielos.