Red Hot Chili Peppers culminan con clase un Mad Cool con ¡®overbooking¡¯
Una jornada final con los ¡®himnos Oasis¡¯ de Liam Gallagher, los trallazos de The Prodigy y un llenazo que genera dudas sobre la capacidad del nuevo recinto.
Los festivales de m¨²sica, y especialmente los de tama?o mastod¨®ntico, son escrutados no s¨®lo por sus grandes reclamos (el cartel de artistas) si no tambi¨¦n por c¨®mo satisfacen eso que ha venido en llamarse la experiencia festivalera. Y en ese terreno, el madrile?o Mad Cool no deja de ser un caso digno de estudio. Una idea que naci¨® para devolver los macrofestivales a la capital se ha instalado en un continuado ensayo-error-acierto con dos mudanzas hasta este nuevo recinto, parece, definitivo. Una cosa es planificar un evento de este estilo y otra verlo en funcionamiento. El llenazo de la jornada final de este s¨¢bado a lomos del tir¨®n de Red Hot Chili Peppers confirm¨® lo que se preve¨ªa los dos d¨ªas previos. El nuevo recinto necesita ser repensado seriamente si no se opta por rebajar aforo (75.000 espectadores), porque eso se puede acercar m¨¢s bien a una pesadilla festivalera. Colas infinitas en los ¨²nicos ba?os centrales, tambi¨¦n en las barras, aglomeraciones agobiantes propias del metro de Tokio en hora punta para moverse entre concierto y concierto... y un retorno a casa con el transporte p¨²blico colapsado.
En lo puramente musical, eso s¨ª, el Mad Cool cerr¨® con la jornada m¨¢s redonda. La representaci¨®n nacional se hizo m¨¢s notable (Belako, Morgan y Shinova) y Red Hot Chili Peppers confirmaron que con su formaci¨®n original siguen siendo una tuneladora si se lo proponen. En su concierto n¨²mero 25 en nuestro pa¨ªs y el primero en siete a?os en Madrid, el lesionado Anthony Kiedis (luci¨® una bota m¨¦dica en la pierna izquierda), un Flea inagotable como el veterano Chad Smith y el lujo de volver a contar con John Frusciante a la guitarra, qu¨¦ pod¨ªa salir mal.
Pr¨¢cticamente nada, ni siquiera ausencias reconocibles como ¡®Scar Tissue¡¯ o ¡®Soul to Squeeze¡¯, porque el cat¨¢logo que gastan es de a¨²pa. ¡®Around the World¡¯, ¡®By the Way¡¯, ¡®Give it Away¡¯... fueron cayendo con un Kiedis cada vez m¨¢s entonado y Flea exprimiendo su manera de tocar marca registrada y hasta un bajo con el logo y los colores de Los ?ngeles Lakers (como su -como siempre- escasa indumentaria). El rock de estadio, tan denostado, s¨ª que adquiere sentido con bandas como los RHCP. Sin artificios, s¨®lo cuatro tipos muy, muy buenos en lo suyo.
La supernova Gallagher
Antes de la banda con m¨¢s tir¨®n del festival, el solista con m¨¢s devotos. Liam Gallagher, que solo hay uno. La presencia del d¨ªscolo mancuniano en el escenario se siente en cuanto suenan los primeros acordes de Morning Glory. Aunque ayer en el Mad Cool se vio a un ¡®Rkid¡¯ diferente a lo que uno puede estar acostumbrado. Comedido, poco charlat¨¢n, poco provocador¡ Este Liam Gallagher es otro. Tambi¨¦n lo es porque ahora se cuida, y se nota. Sale a correr, evita excesos, y eso se nota en su voz, mucho m¨¢s presente que hace una d¨¦cada. Suena fresco, y se agradece. Sobre el escenario se le ve mucho m¨¢s tranquilo, pero no deja de tener sus cosas que le hacen totalmente ¨²nico: postura encorvada para cantar, maracas y pandereta a mano siempre, chuler¨ªa a raudales¡ Eso no cambia. S¨ª que no estuvo presente ayer su c¨¦lebre parka, por temas obvios (32? C en Madrid en el momento del concierto), pero si gast¨® con una sudadera negra que nunca se quit¨® (de hecho acab¨® poni¨¦ndose la capucha).
El peque?o de los Gallagher combin¨® desde el primer momento temas que todo el mundo conoc¨ªa de Oasis, como Slide Away o Stand By Me, con canciones de sus tres ¨²ltimos trabajos en solitario como Once o Wall of Glass. Poca m¨²sica de esos a?os perdura como la de Oasis, y Liam Gallagher lo sabe. A falta de un tratado de paz entre los dos hermanos, bueno es escuchar a uno de ellos en Madrid. Apareci¨®, como est¨¢ haciendo ¨²ltimamente, con la canci¨®n de ¡°Campeones, campeones¡± para celebrar el triplete de su Manchester City, pero poco m¨¢s. Uno habr¨ªa imaginado que desafiar¨ªa mucho m¨¢s a los aficionados del Real Madrid por la reciente semifinal de la Champions, pero ahora Liam es distinto. M¨¢s maduro, pero con esencia.
Primal Scream y The Prodigy, agitadores
Mientras que Years & Years no logr¨® sacar a la gente de las escasas zonas de sombra ni con su elegante versi¨®n de ¡®It¡¯s a Sin¡¯ de Pet Shop Boys, Primal Scream s¨ª que logr¨® generar una inmediata conexi¨®n inmediata con el p¨²blico. Si Liam Gallagher/Oasis son la versi¨®n m¨¢s mainstream del M¨¢nchester de los noventa, los escoceses Primal Scream aportan, quiz¨¢, la m¨¢s estravagante de aquel Madchester en el que no sab¨ªas donde empezaban las guitarras y donde terminaba la electr¨®nica. Una era de desenfreno y hedonismo que sigue mir¨¢ndose con indisimulada nostalgia. All¨ª y aqu¨ª. Bobby Gillespie y compa?¨ªa siguen exprimiendo el 30 aniversario de su seminal Screamadelica, aquel misil inclasificable ba?ado en acid house. ¡°?Alguno de vosotros est¨¢ drogado? Esta canci¨®n es producto de las drogas¡±, dijo Gillespie antes de lanzarse a ¡®Loaded¡¯. Un show que termin¨® con el p¨²blico en ¨¦xtasis ba?ado en coros gospel.
De una punta a otra del Reino Unido, The Prodigy recogieron algo de ese esp¨ªritu de zona de baile que hab¨ªa espolvoreado Primal Scream para convertirlo en desenfreno puro y duro. Aunque cuesta mirar al escenario y no ver ah¨ª al ic¨®nico Keith Flint, fallecido hace apenas cuatro a?os, sus compa?eros se empe?an en mantener el mismo nivel de violencia sonora que convirti¨® a la banda de Essex en un fen¨®meno de masas en el tramo final de los noventa. ¡®Firestarter¡¯ y por supuesto ¡®Smack my Bitch Up¡¯ generaron pogos torbellino y decenas y decenas de vasos al aire. Un cierre adrenal¨ªtico para un Mad Cool 2023 que, ahora con la presencia del Primavera Sound en Madrid, tiene que replantearse si aumentar la comodidad del cliente puede ser una de sus grandes bazas distintivas de futuro.