BATALLA DE GALLOS
Red Bull Batalla: Baron espanta un fantasma en Barcelona
La primera de las cuatro regionales que repartir¨¢n los cupos para la Final Nacional ha coronado al mallorqu¨ªn. Fabiuki y Mike Shinobi, clasificados.
La llovizna creaba al Tibidabo una lengua de niebla que descend¨ªa sobre la ciudad de Barcelona con ese halo de misterio a ciencia cierta que s¨®lo la ciudad condal reserva para las noches en las que se espantan los fantasmas. Fue a trav¨¦s de una conjura que sus calles hace mucho rehusaron olvidar: un corro, gorras torcidas, personas agitando la cabeza, gritos al un¨ªsono y versos. Muchos versos. Un aquelarre de hip hop que termin¨® con Baron ¡ªaquel que en 2018 decidi¨® bajarse de la Final Nacional porque su motivaci¨®n se esfum¨® pesarosa, el mismo que retorn¨® tras la pandemia¡ª proclam¨¢ndose campe¨®n de una Regional casi una d¨¦cada despu¨¦s de su primera participaci¨®n en Red Bull.
No hab¨ªa hoguera. Tampoco escenario. Un cypher que permit¨ªa el aliento en las nucas de los participantes, a escasos metros del p¨²blico y con el calor de aquello que vino a llamarse ¡®la plaza¡¯, fue el formato escogido para desarrollar un evento que estuvo marcado por una vena art¨ªsticamente fren¨¦tica que temblaba por la elocuencia imprevisible del que, a la postre, result¨® la sorpresa de la noche, Mike Shinobi. El ¨²nico capaz de frenarle fue un canario que gargajea m¨¦tricas inteligentes con la misma frecuencia que escupe un aspersor de riego autom¨¢tico: Fabiuki.
Ca¨ªda de gigantes
Habr¨ªa que suspirar varias veces hasta que se formase el citado podio. Eran las ocho de la tarde cuando se apagaron las luces del Big C, en pleno coraz¨®n de Barcelona. La voz de Bekaesh reverber¨® entre sus muros de ladrillo; id¨¦ntico efecto surti¨® la de una Marina Vinyals que se sab¨ªa local. A los platos, Dj Verse; en el jurado, Mc Men, Piezas y Blon.
La primera ronda fue de menos a m¨¢s. Elekipo y Zoyert tuvieron el honor y la responsabilidad de ser los contendientes de la primera batalla; el primero como favorito, el segundo como revelaci¨®n del pasado a?o tras batir en esa misma ciudad a un Arkano que regresaba del m¨¢s-all¨¢-batallero. Pas¨® Elekipo, cay¨® el primer barcelon¨¦s. Minutos despu¨¦s, un holgado Fabiuki sacaba de la ecuaci¨®n a Taros, segundo barcelon¨¦s.
Despu¨¦s los octavos se convirtieron en una monta?a rusa: a Nacho Argentino le sirvi¨® la constancia para imponerse a JMD ¡ªr¨¦plica mediante¡ª, misma teor¨ªa que explica la victoria de Hander sobre Paco CBA; los aciertos de Sergi tumbaron a un veterano y extra?amente err¨¢tico Sof ¡ª¡±le vi en parque y le gan¨® a media plaza¡±, escuchaba uno antes del veredicto¡ª; la amistad se rompi¨® en el ruedo y no en la realidad durante el choque entre Mr Aaron y Adriana, ganando el primero y pinchando el sue?o de la segunda, y Baron desvaneci¨® a un Reuto exhausto. Qued¨® en la retina el debut de Shinobi, que, tras r¨¦plica, mand¨® fuera a Nocre, nombre que figuraba en todas las apuestas, con una exhibici¨®n de t¨¦cnicas atropelladas que conectaba h¨¢bil: sus frases parec¨ªan fruta en el aire cortada por la catana de un samur¨¢i.
Los cuartos de final transitaron de la sorpresa a lo previsto. Fabiuki meti¨® una pelota m¨¢s a sus malabares l¨ªricos y la gente perdi¨® la cabeza al encontrar la rima en un mar de terminaciones: venci¨® a Elekipo despu¨¦s de una r¨¦plica y se col¨® en semifinales. Shinobi hizo lo propio con Nacho Argentino, convenciendo a un p¨²blico que ya le conoc¨ªa del entorno urbano local de que, realmente, y no era broma, pod¨ªa conseguir un cupo a la Nacional. Hander y Baron terminaron con Sergi y Mr Aaron, respectivamente, esbozando una recta final de evento que pod¨ªa decantarse hacia cualquiera de los cuatro que entonces quedaban en pie.
El rizo de lo imposible
El recital de Fabiuki y Shinobi fue tan complejo que de estamparse en una pared el resultado ser¨ªa la fachada del Nacimiento de la Sagrada Familia. No surfeaban las olas: se met¨ªan en ellas, amenazaban con caerse y, despu¨¦s, hac¨ªan el pino y sal¨ªan airosos. Una r¨¦plica, que sembr¨® la duda en parte del corro, alarg¨® una batalla que, finalmente, se llev¨® el canario. Por el otro camino, Baron empezaba a creer que aquello era posible: tumb¨® a Hander con un aluvi¨®n de frases que danzaban al ritmo de estructuras bien orquestadas a las que a?ad¨ªa la guinda de la respuesta.
Despu¨¦s de que Shinobi completase su metamorfosis estelar, naciendo un nuevo astro para el panorama nacional e internacional al vencer a Hander en el tercer y cuarto puesto, am¨¦n de un espect¨¢culo en la ronda de objetos a capela, llegar¨ªa el momento.
Fabiuki y Baron. Baron y Fabiuki. Ambos dieron rienda suelta a la creatividad en la estructuraci¨®n de los versos, pero el mallorqu¨ªn fue m¨¢s s¨®lido. Estaba por suceder. Terminada la batalla se convoc¨® una cuenta atr¨¢s conjunta. Diez segundos que goteaban en una mente donde, probablemente, reinaba ese tipo de silencio que s¨®lo interrumpen los latidos de uno mismo. Bekaesh levant¨® el brazo de Baron al cielo de Barcelona, que para entonces ya hab¨ªa visto despejada la lengua de niebla que horas antes descend¨ªa el Tibidabo.