TIKITAKAS M?SICA | EL HASTA LUEGO DE UNA BANDA M?TICA
Vetusta Morla dignifica la m¨²sica en su adi¨®s
La banda de Tres Cantos se despide de los escenarios, al menos hasta 2026, tras dos ¨²ltimos conciertos en La Riviera que les reivindican, sin artificios, solo ellos, sus instrumentos y sus ¡®valientes¡¯, una comuni¨®n perfecta.
A las 20:30 en punto de este lunes 9 de septiembre de vuelta al colegio, con precisi¨®n suiza, las luces se apagan y ellos aparecen con ropa, aunque vayan absolutamente desnudos. Pucho, David, Jorge, Guille, Juanma y ?lvaro, los Vetusta Morla. Suben el tel¨®n por ¨²ltima en realidad para bajarlo, al menos hasta 2026. El aire de despedida se toca en la sala. Es la Riviera, esa en la que no tocan desde hace diez a?os. Esa que han elegido, como la Razzmatazz de Barcelona, para decir hasta luego, mientras presentan su ¨²ltimo disco, ¡®Figurantes¡¯. Los m¨²sicos como ellos dignifican su oficio. Agotadas en apenas minutos las de sus ¨²ltimos conciertos, eligieron la piel a los ¡®meet and greet¡¯, las pistas divididas en dos, las primeras filas llenas de personas haci¨¦ndose fotos solo por estar ah¨ª y no solo por estar con ellos, los grandes escenarios m¨¢s llenos de gente que de ¡®valientes¡¯, como ellos llaman a sus incondicionales. Pod¨ªan haber elegido un estadio de f¨²tbol. Pod¨ªan un WinZink. Pod¨ªan pero no. Y eso que lo llenar¨ªan en el mismo tiempo. Esos cinco minutos. Pero ellos eligieron la Riviera en Madrid. Un templo en la m¨²sica. Aqu¨ª. En una sala con capacidad para 2.500 personas. 2.500 valientes. 5.000 en dos d¨ªas cuando ellos podr¨ªan reunir en un chasquido de dedos 50.000. Pero son 5.000 los afortunados. Las entradas se agotaron en menos de cinco minutos y ha habido locura en la ¨²ltima semana para lograr una entrada. Todo el mundo buscando, todos queriendo estar aqu¨ª. Hoy. Mientras ellos dicen adi¨®s tocando las fibras del alma.
Gracias Pucho, gracias David, gracias Jorge, gracias Guille, gracias Juanma, gracias ?lvaro, toda cr¨®nica que hable de Vetusta Morla debe comenzar as¨ª. Gracias por honrar a la m¨²sica y a todos los que la aman. ¡°T¨² lo sab¨ªas¡±, ese estribillo de ¡®Puentes¡¯, ese ¨²ltimo disco llegado en mayo y que se apaga en los directos este septiembre, se celebran a voces en grito y con los brazos levantados. Qu¨¦ dif¨ªcil es saber parar cuando es el momento. Qu¨¦ dif¨ªcil es ser Toni Kroos. Parar para reconectar, parar para poner lavadoras, parar para poder continuar. Pero esta noche es la ¨²ltima de todas las de los ¨²ltimos veinticinco a?os. ¡°Pues aqu¨ª estamos, diez hace desde la ¨²ltima vez que pisamos la Riviera¡±, asume Pucho despu¨¦s de que por su garganta hayan pasado ese ¡®Puentes¡¯, ¡®El discurso del rey¡¯, ¡®Fiesta mayor¡¯ y ¡®Golpe Maestro¡¯. Est¨¢ ¨¦l y su micr¨®fono. ?l tan desnudo como todos los dem¨¢s. ?l y su voz como ellos y sus instrumentos y nada m¨¢s. Solo los focos y las voces del p¨²blico (¡®los valientes¡¯). En un honrar a la m¨²sica que lleva al futuro y al pensar en cu¨¢nto se va a echar de menos su integridad.
Vetusta Morla ya es un apellido. El m¨¢ximo estandarte de un estilo de m¨²sica, el indie, que ya llena estadios y letras may¨²sculas de festivales aunque en su caso mantenga la esencia que les ha hecho grandes. Empezaron con su propio sello, ¡®Peque?o salto mortal¡¯, y de ah¨ª no se movieron, no se vendieron. Su m¨²sica hizo todo lo dem¨¢s. Aquel videoclip, ¡®Un d¨ªa en el mundo¡¯, en plano secuencia. Aquel Myspace, la red social de la m¨²sica antes de la canibalizaran las dem¨¢s. Sus directos. La Riviera esta noche est¨¢ a oscuras pero entre las luces de los m¨®viles que graban, muchos, muchos, muchos, en las canciones que se conocen porque s¨ª y en las que no por si acaso, se atisba mucha piel de gallina.
De ¡®Maldita Dulzura¡¯ a ¡®Copenhague¡¯
Ah¨ª siguen Pucho, David, Jorge, Guille, Juanma y ?lvaro desnudos, con solo su voz e instrumentos, sin necesidad de pantallas, pirotecnias o efectos para llegar y anudarse al coraz¨®n en un concierto que recorre toda su discograf¨ªa desde el final, o el hasta luego, hasta el principio. Solo les falta ¡®La Marea¡¯, ¡®Al respirar¡¯ y ¡®Rey Sol¡¯ para ser perfectos, en ese goteo de canciones que se van llenando de ¡°lo-lo-lo-lo, la-ra-la-la¡± y brazos al aire, y dedos que simulan corazones, y gargantas que se quedan af¨®nicas entonando por ¨²ltima vez, o pen¨²ltima, a saber cu¨¢ndo ser¨¢ la siguiente. ¡®Figurantes¡¯ y ¡®Un d¨ªa en el mundo¡¯ llegan tambi¨¦n despu¨¦s de que Pucho salude. ¡°Qu¨¦ alegr¨ªa de volver a este sal¨®n, para cerrar esta especie de c¨ªrculo, porque estamos todos muy cerquita. Y es ideal para celebrar una fiesta de despedida en realidad que quer¨ªamos celebrar con todos vosotros¡±. Despu¨¦s de ¡®El hombre del saco¡¯, suben decenas de m¨®viles que graban, quiz¨¢ por ¨²ltima vez, digamos pen¨²ltima, ¡®Maldita dulzura¡¯, en un ¡°la-nuestraaaaa¡± que suena m¨¢s profundo que nunca, que llega a¨²n m¨¢s. El estribrillo de ¡®Finisterre¡¯ tambi¨¦n hoy parece sonar distinto. ¡°Ya me da igual si la tierra es plana / Si arden los bosques o si hierve el mar / ?Qu¨¦ m¨¢s dar¨¢ cuando t¨² andas cerca?¡±. Y ahora lo est¨¢n cerca. Ellos. Vetusta. ?l. Pucho. Esta canci¨®n de su pen¨²ltimo disco, ¡®Cable a tierra¡¯ que precede a su particular homenaje a Madrid, ¡®?Ay, Madrid!¡¯, de ¡®Figurantes¡¯, su ¨²ltimo trabajo, ese que presentaban mientras dec¨ªan adi¨®s en salas y conciertos m¨¢s ¨ªntimos que de masas, y ¡®Copenhague¡¯. Hay un silencio el¨¦ctrico en La Riviera cuando suenan los primeros compases. Esa canci¨®n de su primero, ¡®Un d¨ªa en el mundo¡¯, que es historia de la m¨²sica, simplemente perfecta, que se agarra a la entra?a.
¡°Dejarse llevar, suena demasiado bien¡±.
Es la mitad del concierto. Una hora ha pasado aunque los 2.500 ¨²ltimos afortunados quisieran parar el reloj. La atm¨®sfera es especial. La emoci¨®n se toca. Si algo tiene Vetusta es que llena el escenario, que tienen un directo poderos¨ªsimo, que lleva en volandas. M¨¢s hoy que es la ¨²ltima. Aunque en sus alocuciones, la que cerrar¨¢ de m¨¢s de nueve minutos, se repita m¨¢s la palabra ¡®hasta pronto¡¯ que ¡®adi¨®s definitivo¡¯. ¡®La vieja escuela¡¯, el vals de ¡®23 de junio¡¯, ¡®Consejo de sabios¡¯... Su discograf¨ªa sigue desgran¨¢ndose hit a hit. La Riviera arde con el ¡®S¨¢lvase qui¨¦n pueda¡¯, ¡®Valiente¡¯ y ¡®Saharabbey¡¯, aquella canci¨®n que utilizaba como cabecera ¡®El D¨ªa Despu¨¦s¡¯ cuando regres¨® al viejo Canal+ con Juanma Casta?o y Santi Ca?izares, la redacci¨®n en Tres Cantos, de donde son ellos, el grupo. Se han superado los 110 decibelios de sonido del primer d¨ªa en Razzmatazz, los 112,1 del segundo, los 114 del domingo en la Riviera (aunque entonces Pucho dijera que hab¨ªan sido 117), han llegado a 116. Qu¨¦ n¨²mero para resumir la atm¨®sfera. 116. A lo mejor las fotos no captan lo que los ojos graban. Ni siquiera los v¨ªdeos de los m¨®viles. Los flashes. Pucho salta. Jorge sube los brazos, como un Dios griego. Juanma tararea. Hay guitarras. Respiraci¨®n a la vez. En seguida otra canci¨®n. Y todas las siguientes. Para seguir atravesando la m¨²sica Como en un adjetivo.
¡®Catedrales¡¯, ¡®Cuarteles de invierno¡¯ y ¡®Los d¨ªas raros¡¯ son las tres ¨²ltimas canciones. Las que llegan despu¨¦s del bis y el ¡®otra, otra¡¯. Las ¨²ltimas. Pucho, David, Jorge, Guille, Juanma y ?lvaro dicen adi¨®s, o es un hasta luego, o dicen hasta luego y en realidad dicen adi¨®s. El tiempo dir¨¢. Mientras quedan sus canciones. Y ese lazo bailando en un ventilador entretejido en estas cuatro noches, las dos de Barcelona, estas dos de Madrid, de las que son para siempre, como la tortuga de aquella pel¨ªcula de 1984, ¡®La Historia Interminable¡¯, de la que tomaron el nombre. Vetusta. Y eterna.
¡°A¨²n quedan vicios por perfeccionar en los d¨ªas raros...¡±.
Lololololo.
Laralala, laralalalala-la-la.
La, ra, la, la.
Lolololololololo.
(Ahora s¨ª lleg¨® el tiempo de poner lavadoras).
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