FAMOSOS
Miki Nadal confiesa que estuvo a punto de morir con tres a?os por beber aguarr¨¢s
El c¨®mico quiso imitar a su hermano, que beb¨ªa de un botell¨ªn de cerveza, agarrando otro que su madre utilizaba para guardar pinceles.
La vida de un ni?o es lo que ocurre entre trastada y trastada. A uno le cuesta identificarse en aquellas travesuras cuando las trae al presente ¡ªhe ah¨ª la magia de la infancia¡ª hasta el punto de no creer posible que lo hizo por la total omisi¨®n de los factores ajenos al propio hecho, como si cada suceso fuera un mundo en s¨ª mismo. Algo as¨ª tuvo que pensar Miki Nadal, que sintetiz¨® estas reflexiones en un conciso: ¡°estuve a punto de morir, claro¡±.
El humorista ha recordado en el plat¨® de Zapeando una de estas jugarretas que a punto estuvo de convertirse en mortal. Ten¨ªa tan solo tres a?os. ¡°Eran las fiestas de mi pueblo, y mi madre, que pintaba unas ventanas, ten¨ªa los pinceles en un botell¨ªn de cerveza¡±, ha iniciado su relato, contextualizando la escena y haciendo hincapi¨¦ en un detalle, un peque?o gesto, que lo cambi¨® todo: su hermano bebiendo cerveza ante sus ojos. ?l quiso imitarle. ¡°Fui a por la botella que ten¨ªa mi madre¡±, dice, terminando de rematar la brutal escena: ¡°beb¨ª aguarr¨¢s¡±.
Desmayo en el ascensor y media hora hasta el hospital
¡°A partir de ah¨ª no me acuerdo de nada¡±, recuerda, no en el puro sentido de la palabra, el c¨®mico. ¡°Ni antes tampoco, porque era muy peque?o¡±, matiza. Hubo que actuar de inmediato para evitar un mal mayor que en este tipo de circunstancias es m¨¢s que frecuente: ¡°me hicieron un lavado de est¨®mago¡±.
Ocurri¨® todo encontr¨¢ndose ¨¦l lejos de la ciudad, de manera que la preocupaci¨®n aument¨® m¨¢s y m¨¢s. ¡°Tard¨¦ media hora en ir [al hospital] porque viv¨ªa en un pueblo¡±, asevera, y r¨¢pidamente hace m¨¢s tr¨¢gico el episodio al revelar que no lleg¨® a darse cuenta: ¡°pero ya en el ascensor, que el olor era insoportable, ca¨ª¡±.
Hubo final feliz. ¡°En la habitaci¨®n ya lo ech¨¦ todo¡±, resuelve, acord¨¢ndose de agradecer ¡°a todos los m¨¦dicos del hospital Miguel Servet de Zaragoza¡±. Estaba vivo. Todo hab¨ªa quedado en un cruel susto que naci¨® impulsado por la magia inocente que mueve al ni?o a beber aguarr¨¢s queriendo llevarse un botell¨ªn a la boca. En definitiva, a cometer una travesura aun sin quererlo.