VIAJES
Los pueblos m¨¢s bonitos de Extremadura en 2024: ?cu¨¢les son los que tienen m¨¢s encanto?
La regi¨®n, donde el cast¨²o y la naturaleza todav¨ªa se presentan al viajero como parte indispensable en la lectura del paisaje, es un tesoro por descubrir.

¡°Yo no s¨¦ qu¨¦ tieni, qu¨¦ tieni esta tierra de la Extreama¨²ra¡±, reflexionaba Jos¨¦ Mar¨ªa Gabriel y Gal¨¢n en viejo cast¨²o, achacando al inicio de la primavera en Extremadura la capacidad de revivir al que sus valles y dehesas cruza: ¡°Se me poni la sangri encend¨ªa, que cuasis me quema, se me jincha la caja del pecho, se me jaci m¨¢s grandi la juerza, se me poni la frenti moorra¡±. Puede que la regi¨®n aparezca durante el est¨ªo en el informativo bajo un manto rojo de temperaturas extremas, pero lo cierto es que el coraz¨®n de este peque?o ¡®pa¨ªs¡¯ late con fuerza y frescor inusual en lo m¨¢s profundo de sus adentros. All¨ª donde el invierno es de seda y niebla y donde la jacha no se entiende sin el jigo ni la jiguera.
Son tantos los rincones de esta comunidad aut¨®noma que el puzle de sus unicidades se antoja interminable. Del extremo del r¨ªo Duero que bautiza el territorio (Extrema Dorii) hasta la comarca pacense de Tentud¨ªa, pasando por las Hurdes y la Tierra de Barros, desde la Siberia hasta la misteriosa tierra de la Vera. Si durante las vacaciones estivales desea el lector hallar un lugar de descanso y aventura donde escuchar los ecos de esta antigua regi¨®n, aqu¨ª ha un listado de seis destinos que no debe dejar de visitar.
Trujillo
La historia de Extremadura pasa por Trujillo, cuna de algunos de sus m¨¢s famosos conquistadores: Francisco Pizarro y Francisco de Orellana abrieron los ojos por primera vez entre sus calles. Esta localidad se yergue en torno a su Plaza Mayor, cuyo tama?o y disposici¨®n de sus fachadas han hecho de ella una de las m¨¢s bonitas del pa¨ªs. All¨ª se encuentra la Iglesia de San Mart¨ªn, cuyos muros, levantados en el siglo XIV, guardan todos los secretos que el devenir del tiempo ha sembrado en el pueblo. Frente a ella, la estatua ecuestre de Pizarro.

Si el tiempo lo permite, uno puede subir hasta el cerro Cabeza del Zorro y llegar, en apenas diez minutos, al Castillo de Trujillo. El viajero curioso identificar¨¢ esta fortaleza por sus incontables torres y almenas sobre la antigua alcazaba ¨¢rabe; el moderno, por aparecer en la s¨¦ptima temporada de Juego de Tronos.
Olivenza
El reflejo de las dehesas extreme?as pacenses m¨¢s pr¨®ximas a Portugal brilla sobre las paredes de Olivenza, una localidad que perteneci¨® al Estado luso durante m¨¢s de medio milenio ¡ªdesde el Tratado de Alca?ices en 1297 hasta la ocupaci¨®n espa?ola durante la guerra de las Naranjas en 1801¡ª y que hoy, empedrada y con muros blancos, como los pueblos m¨¢s caracter¨ªsticos del vecino Alentejo, permanece en silencio esperando al viajero.

Destacan en este pueblo el Castillo de Olivenza, la Puerta de Alconchel, que es la entrada a la antigua villa medieval mejor conservada, y la Iglesia de Santa Mar¨ªa del Castillo, junto al Museo Etnogr¨¢fico que reconstruye en sus pasillos el esp¨ªritu de las gentes oliventinas. Muy cerca, si uno quiere desprenderse de las altas temperaturas, se encuentra la playa de Cheles, en el pantano de Alqueva, cuyas aguas son la frontera entre dos naciones que all¨ª, entre carpas y barbos, se mezclan.
Medell¨ªn
Un crisol de culturas brilla sobre un pueblo que, a los pies del Cerro del Castillo, junto al r¨ªo Guadiana, saluda a todo el que pasa. Fue en el lejano 79 a.C cuando Quinto Cecilio Metello P¨ªo fund¨® Medell¨ªn, entonces bajo el nombre de Metellinum, dotando de entidad a lo que antes, en ¨¦poca prerromana, pertenec¨ªa al oppidum de Conisturgis, capital de los conios de la vieja cultura tart¨¦sica.

Con el paso de los a?os no terminaron de enterrarse aquellas construcciones que los romanos realizaron en un asentamiento que, primero a la luz del arque¨®logo, y luego a la del turista, desprende la importancia de entonces. Claro ejemplo de ello es el colosal Teatro Romano de Medell¨ªn, cuya estructura, fiel a los planteamientos vitruvianos, y grado de conservaci¨®n son, sin hip¨¦rbole de por medio, ¨²nicas en todo lo que en su d¨ªa fue parte de Roma.
Herv¨¢s
Se dijo que su nombre derivaba de la abundancia de hierbas en el territorio. Tambi¨¦n se dijo que proced¨ªa de la ermita de San Gervasio. De una forma u otra, Herv¨¢s es, en s¨ª mismo, un retrato fiel a la realidad del norte cacere?o y, concretamente, el centro neur¨¢lgico en torno al que gira la mancomunidad del Valle del Ambroz.

Su patrimonio pasa, indudablemente, por la Iglesia de Santa Mar¨ªa de Aguas Vivas, pero encuentran en la juder¨ªa su principal baluarte cultural. Si, seg¨²n la tradici¨®n, Herv¨¢s se funda por los templarios tras reconquistar la regi¨®n y para poblarla de cristianos, fue en este barrio jud¨ªo donde, en los primeros siglos de la villa, se hall¨® una peque?a comunidad que, tras la Masacre antisemita de 1391, episodio que perdura todav¨ªa hoy en la sabidur¨ªa popular de los extreme?os ¡ªaquella que un abuelo transmite a un nieto¡ª, se hizo todav¨ªa mayor al concentrar entre sus muros a la poblaci¨®n jud¨ªa de todos los pueblos cercanos. El convento de San Juan Bautista y el puente de Hierro, sobre el Ambroz, culminan una visita inolvidable.
Alburquerque
Su historia, como otras tantas villas, se remonta a la ¨¦poca romana (Alba Quercus), vivi¨®, como tan profundamente vivieron los municipios extreme?os, la dominaci¨®n ¨¢rabe y, ya en la Edad Media, empez¨® a erguirse tal y como hoy se ve. Alburquerque es un compendio de culturas que se presenta a la vista del viajero como un bonito pueblo coronado por el Castillo de Luna, sobre el cerro que cobija a sus habitantes.

Las murallas de la antigua villa, as¨ª como la puerta de Valencia, son vestigios de los ancianos l¨ªmites del lugar. Dentro, la iglesia de Santa Mar¨ªa del Mercado y el convento de la Madre de Dios cuentan las leyendas de sus a?os m¨¢s f¨¦rreos y cristianos. En el seno de sus calles, el Barrio G¨®tico Medieval, cuyos caserones y calles fueron trazados con la sabidur¨ªa arquitect¨®nica de un siglo XV que todav¨ªa resuena entre los azulejos.
Caminomorisco
Al norte de las Hurdes, entre Pinofranqueado, Cambroncino y Casar de Palomero, se encuentra un municipio que no siempre lo fue. Ora despoblado, ora habitado, Caminomorisco es el vestigio de un tiempo anterior en una tierra que jam¨¢s rehus¨® olvidar, un ba¨²l de ruinas prehist¨®ricas, pertenecientes al Calcol¨ªtico y al Bronce, que se entremezcla con lo que en su d¨ªa fue el pueblo de Las Calabazas.

Sus parajes van a dar a un meandro que recibe el nombre de El Melero, lengua de agua que dibuja la frontera entre C¨¢ceres y Salamanca, en el l¨ªmite oriental de la sierra de Gata. Serpentea por aquella ¡ªcasi¡ª silenciosa zona el r¨ªo Alag¨®n, dejando tras de s¨ª un susurro gutural; el mismo que resuena en otros tantos puntos de la regi¨®n. Las voces del pasado de la vieja Extrema¨²ra.
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