Las secuelas mentales y heridas de Blanca Manch¨®n tras ¡®Supervivientes¡¯

Blanca Manch¨®n pas¨® en los Cayos Cochinos 100 d¨ªas, un desmayo y muchos aprendizajes. Las tristezas y alegr¨ªas cristalizaron en su interior, bajo el sol del Caribe, y ahora se resquebrajan sus fractales al volver a la Pen¨ªnsula, entre los ruidos de la ciudad y las costumbres de la sociedad espa?ola. La regatista que se fue no es la que lleg¨® y as¨ª lo ha expuesto ella misma a trav¨¦s de Instagram en una publicaci¨®n que, a efectos pr¨¢cticos, es una actualizaci¨®n de su estado f¨ªsico y mental tras su experiencia en Supervivientes que adquiere sentido, sobre todo, por realizarse antes de que borren las cicatrices de su piel y memoria reciente.

¡°Antes de que desaparezcan mis marcas y mi mente se asiente... aqu¨ª ten¨¦is. Estas son algunas de las cosas m¨¢s impactantes que me he encontrado al volver a la civilizaci¨®n¡±, reza el peque?o texto que ocupa el pie de foto. Por encima, su voz gu¨ªa el mensaje y la muestra de ¡°las consecuencias de estar 100 d¨ªas tirada en una isla desierta¡±.

¡°Ha sido todo un shock¡±

Fue a mediados de junio cuando Blanca Manch¨®n hizo la maleta. Hab¨ªa sido eliminada del reality. ¡°Lo m¨¢s radical al volver han sido los ruidos¡±, dice en el v¨ªdeo, recordando aquellos primeros d¨ªas tras la expulsi¨®n. El sonido de una bocina, un claxon y otros tantos ecos que la costa caribe?a no ha olvidado porque nunca conoci¨® pasaron a ser m¨¢s molestos de lo normal. As¨ª ocurri¨® desde el momento en el que despeg¨®, cuando ¡°alucin¨®¡± al subirse al avi¨®n de vuelta. Y as¨ª ha sido hasta ahora.

¡°Caminar por una calle con mucha gente con muchas conversaciones a la vez¡± era otra de las escenas cotidianas que ahora se antojaban insoportables. Mucho ruido. Tambi¨¦n en la soledad percib¨ªa la reminiscencia de sus gestos en la costa y comenz¨® a llevar ¡°bastante mal el comer con cuchillo y tenedor¡±. Prefer¨ªa las manos. ¡°No puedo ver una comida por ah¨ª y no guard¨¢rmela o com¨¦rmela directamente¡±, se sincera.

Se despertaba en mitad de la noche. Llegan ¡°las cuatro de la ma?ana¡± y su cuerpo le pide una comodidad menos usual: ¡°Me tiro al suelo, duro y fr¨ªo, y duermo como un beb¨¦¡±, explica. Fuera de su cabeza, patente sobre la dermis, ¡°muchas heridas de guerra¡± provocadas por un d¨ªa a d¨ªa diferente, ¡°de los mosquitos, de recoger le?a¡±. Una serie de heridas, moratones y ara?azos que hacen de su cuerpo un cuadro doloroso que, combinado con la historia que dedica a cada una, desprende orgullo.

¡°En fin, que esto ha sido todo un shock e ir¨¦ poco a poco adapt¨¢ndome a mi vida normal¡±, sentencia, resumiendo en cinco palabras qu¨¦ han supuesto aquellos 100 d¨ªas como participante de Supervivientes en su vida: ¡°Una experiencia brutal e inolvidable¡±.

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