FAMOSOS
Jorge Javier V¨¢zquez y su temor al SIDA: ¡°Era incapaz de hacerme las pruebas del VIH¡±
El presentador ha buscado en su ba¨²l de los recuerdos los miedos que atraves¨® durante la d¨¦cada de los ochenta.
Era 1981. Un grupo de m¨¦dicos norteamericanos vio algo particular en una serie de pacientes. Enfermedades como el sarcoma de Kaposi o un tipo de infecci¨®n pulmonar que transmiten los p¨¢jaros hab¨ªan desconcertado a los doctores, que hurgando en la conexi¨®n que pod¨ªa haber entre unos males tan poco frecuentes terminaron por descubrir lo que un a?o m¨¢s tarde ser¨ªa bautizado como SIDA.
Desde entonces, el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) ha terminado con la vida de decenas de millones de personas. El alto n¨²mero de transmisiones que se produc¨ªan mediante las relaciones sexuales entre hombres hizo que creciera un temor casi patol¨®gico a la enfermedad en los colectivos gay y bisexual, al mismo tiempo que sobrevolaba este sector de la poblaci¨®n un estigma cada vez mayor. De aquellos a?os ha hecho memoria Jorge Javier V¨¢zquez en su columna semanal de Lecturas.
¡°Un dolor que me conmueve y me inquieta¡±
Ven¨ªa hablando el presentador de televisi¨®n de los problemas de Espa?a y de la sanidad p¨²blica cuando se ha referido a la diferencia entre temas que provocan tensi¨®n y ¡°plagas que no terminan de llegar¡±, asegurando que conoce bien cu¨¢l es la clave que diferencia el miedo del susto. ¡°S¨¦ perfectamente lo que es una plaga, por eso me molesta tanto el tremendismo. Viv¨ª una que marc¨®, de distinta manera, a varias generaciones de homosexuales. El sida. A una generaci¨®n se la carg¨®. Enterita. Sin compasi¨®n. Y a otras nos dej¨® traumatizadas¡±, confiesa.
No es casualidad que escriba de esta enfermedad ahora. ¡°Hablo del sida porque esta Semana Santa he le¨ªdo y he visto una serie en la que se habla de ¨¦l¡±, detalla, apuntando luego a La Herencia, de Matthew L¨®pez, funci¨®n que ha llegado hasta ¨¦l gracias al consejo de ?ngel Ll¨¤cer: ¡°Me hace sonre¨ªr y llorar a mares, con un dolor que me conmueve y me inquieta¡±.
Esta explosi¨®n tiene un punto de partida y es, precisamente, aquella d¨¦cada en la que el mundo sangr¨® a trav¨¦s de esta enfermedad. ¡°Qu¨¦ miedo pas¨¦ durante siete a?os de mi vida al ser incapaz de hacerme las pruebas del VIH. Cu¨¢nta soledad. Cu¨¢nta impotencia. C¨®mo iba a compartir mis temores si todo lo que estaba relacionado con esta enfermedad remit¨ªa al vicio y al castigo¡±, se sincera escribiendo lo que, quiz¨¢, quiso gritar hace mucho tiempo.
La serie en cuesti¨®n, no la funci¨®n, es Angels in America: est¨¢ basada en el Nueva York de 1985, donde el virus campaba a sus anchas y la sociedad lo miraba de reojo; el recuerdo de esta d¨¦cada despierta en el presentador el odio hacia Ronald Reagan por, dice, despreciar a los enfermos ¡°porque entend¨ªa que se merec¨ªan lo que les suced¨ªa¡±. No ha llovido tanto desde entonces ¡ªadem¨¢s, literalmente¡ª: ¡°Es muy dif¨ªcil explicarle a la gente joven el miedo que pasamos durante muchos a?os por culpa del dichoso virus¡±.
Otro de los oscuros pocos era el mal trato que, afirma, recib¨ªan muchos enfermos, rechazados en hospitales y por familiares. La amistad, dice, fue, como ha sido siempre, un baluarte: ¡°Un elemento fundamental para acompa?ar a tant¨ªsima gente que, de lo contrario, habr¨ªa muerto sola¡±.
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