Entrevista AS
Jos¨¦ y Galesote, frente al espejo: ¡°Te llena y al mismo tiempo te asusta¡±
El joven creador de contenido sevillano ha experimentado un crecimiento en redes con muy pocos precedentes que pone a prueba su mundo tal y como lo conoc¨ªa.
![Jos¨¦ y Galesote, frente al espejo: ¡°Te llena y al mismo tiempo te asusta¡±](https://img.asmedia.epimg.net/resizer/v2/HZDBIPKT5RBUHMJUKQHDVU7KOU.jpg?auth=725a771311056ab716961dd56ff79abb75fd24fe9692d5bf0eea6553b018544e&width=360&height=203&smart=true)
La vida de Jos¨¦ Galeano cambi¨® cuando se cay¨® el muro de su casa. Comenz¨® a sudar y, desde entonces, nada volvi¨® a ser igual. Hab¨ªa nacido su alter ego, una continuaci¨®n digital de s¨ª mismo que vino a bautizarse como Galesote y con quien guarda una relaci¨®n de cierta distancia prudencial. No se trata de miedo, sino de realismo: Jos¨¦ siempre ha sabido que las redes sociales no eran tan importantes como aquello que le acompa?aba d¨ªa tras d¨ªa. Fue antes de que se viniera abajo aquella pared y, dice, sentado en una peque?a sala de la redacci¨®n de Diario AS, ser¨¢ as¨ª hasta el ¨²ltimo de sus d¨ªas.
Todo volvi¨® a empezar en octubre de 2023. ¡°Abro la cuenta de Instagram ese mes y en enero ya tengo un mill¨®n de seguidores¡±, confiesa. Cuando uno le pregunta, incr¨¦dulo, por tal crecimiento en ¨²nicamente tres meses, matiza sin titubear: ¡°En 109 d¨ªas¡±. Hab¨ªa dado con la tecla que durante tanto tiempo hab¨ªa pretendido, pero esta vez sin buscarla. Y ya son cerca de siete millones de personas las que siguen su contenido en todas las plataformas.
El joven de 21 a?os, natural de Montequinto (Sevilla), encarna una de esas historias que Internet muchas veces oculta detr¨¢s de un personaje c¨®mico y famoso, al m¨¢s puro estilo de un guionista de DC. ¡°Aunque no lo parezca yo tampoco soy una persona muy sociable. Soy m¨¢s antisocial que otra cosa¡±, confiesa, rompiendo con Galesote. Aunque el papel que interpreta en sus sketches muestra a alguien extrovertido y absurdo, juerguista y lanzado, Jos¨¦ prioriza sus valores y, afirma, que poco de eso hay en ¨¦l: ¡°Todo se queda en redes¡±.
Vientos de cambio: la ruleta de la vida y sus azares
Si bien es cierto que siete millones de seguidores cambian a todo el mundo, Jos¨¦ trata de minimizar el impacto. ¡°Mi vida tampoco ha cambiado mucho. Salgo poco, pero cuando salgo... bueno, tengo que ir peinado a la calle, que si me piden una foto tampoco es plan de salir en chanclas¡±, describe de manera sencilla, y con una sonrisa en la cara, la consecuencia de semejante fama, a la que se refiere como ¡°una experiencia muy bonita¡±.
Adem¨¢s de a s¨ª mismo, su ¨¦xito en redes tambi¨¦n ha repercutido en su familia. ¡°Antes hab¨ªa problemas econ¨®micos, ahora hay menos¡±, resume. De esto se siente m¨¢s que orgulloso porque se sabe luchador y conoce su propio sendero de superaci¨®n. Sus padres sab¨ªan lo que era un youtuber, pero, asegura, ¡°no daban un duro¡± por ¨¦l. ¡°Yo estaba en el instituto y sab¨ªa que eso no era lo que quer¨ªa porque nunca he valido para los estudios. Llevo creando contenido desde segundo de la ESO, lo que pasa es que he ido probando mil millones de cosas diferentes y ninguna me val¨ªa¡±, se sincera, reconociendo que, incluso, lleg¨® a ser ¡°coach personal, dando consejos de motivaci¨®n¡±.
Ocurr¨ªa que lo mejor para m¨ª no era lo que yo quer¨ªa
Ten¨ªa infinitas inquietudes. ¡°Mis padres me dec¨ªan ¡®d¨¦jalo, est¨¢ muy bien que tengas pajaritos en la cabeza, pero pon los pies en la tierra¡¯. Y se lo agradezco porque un padre siempre quiere lo mejor para ti. Ocurr¨ªa que lo mejor para m¨ª no era lo que yo quer¨ªa¡±, reconoce. Jam¨¢s dej¨® de intentarlo en un proceso que recorr¨ªa a medida que se iba explorando a s¨ª mismo, mientras completaba el complejo puzle de la adolescencia. ¡°Despu¨¦s de un mont¨®n de tiempo, tuve suerte y di a una tecla que funcion¨®¡±, revela.
Tropez¨® con la clave en su propia fisiolog¨ªa. ¡°Sud¨¦ en un v¨ªdeo. Pongo una cara muy rara, la aprieto mucho, me pongo rojo y sudo; digo ¡®uy, uy, uy¡¯ y luego una frase como ¡®esto no hay quien lo arregle¡¯. A la gente le encant¨®. Pill¨® tres o cuatro millones de visitas. Repet¨ª y volvi¨® a gustar. Y dije: aqu¨ª me quedo yo¡±, expresa. Sus redes eran una amalgama de publicaciones de distinto calado que fueron a parar a aquel instante digital, qui¨¦n sabe si capricho del algoritmo, en el que todo cambi¨®. ¡°No fue algo planeado¡±, insiste, recordando que aquello fue ¡°despu¨¦s de que se me cayera el muro de la casa, vamos, que pod¨ªas entrar al jard¨ªn desde la calle¡±.
Los peligros de la fama y la responsabilidad de crear sonrisas
De los primeros v¨ªdeos sobre los escombros de lo que hace no tanto fue una pared a la actualidad ha pasado un a?o y medio a la velocidad de la luz, pero que en la memoria se antoja como toda una vida que ha llenado a Jos¨¦ de lecciones. ¡°Me ha convertido en una persona m¨¢s desconfiada, me cuesta mucho hacer nuevas amistades porque ya no s¨¦ qui¨¦n viene por Jos¨¦ y qui¨¦n por Galesote¡±, explica, reiterando que no cree que sea ¡°nadie importante¡± y que ¡°no quiero decir eso¡±. Se define como ¡°famosete¡±, pero su crecimiento en redes tiene pocos precedentes y su repercusi¨®n digital encuentra pocos parecidos en Espa?a. Un sabio dijo en una ocasi¨®n que un gran hombre siempre est¨¢ dispuesto a ser peque?o; y la humildad del joven tiktoker rezuma entre sus modestas matizaciones.
Aunque ¡°hay que andar con ojo¡± con esto de la fama, tambi¨¦n ha hallado mucha luz en el resquicio de las pantallas. ¡°Soy mucho m¨¢s cercano con los m¨ªos y valoro mucho m¨¢s a la gente que tengo ahora. Muchos estaban de antes, pero tambi¨¦n ha entrado gente nueva que s¨¦ que es de verdad¡±, detalla, contento de que, a pesar de que muchos con los que se cruza por la calle piensen que es igual que su personaje ¡ªhay quien, directamente, le pide fotos sin conocerle¡ª, jam¨¢s le hayan dicho nada malo. S¨ª en Internet, no al aire libre. Y as¨ª lo pretende ¨¦l. ¡°Me met¨ª hace no mucho en una cosa seria y me cay¨® hate. No me gust¨®. Por mucho que yo est¨¦ dando una opini¨®n que crea que es la apropiada, habr¨¢ gente que piense que no. Y ah¨ª no me meto. Yo prefiero estar tranquilo con mi contenido de humor y entretenimiento, sin entrar en l¨ªos e ir tirando¡±, despeja la pelota.
?l se centra en la felicidad. Y no quiere m¨¢s porque sabe la responsabilidad que descansa sobre aquel que tiene el poder de hacer sonre¨ªr a la gente. ¡°Eso te llena y al mismo tiempo te asusta¡±, confiesa. Se ha encontrado todo tipo de testimonios negativos procedentes de personas que le apuntaban a ¨¦l como la ¨²nica raz¨®n por la que eran capaces de esbozar una sonrisa. ¡°Yo no quiero ser ese motivo. Yo hago un contenido que s¨¦ que divierte, pero no quiero tener esa presi¨®n tan grande¡±, admite a coraz¨®n abierto, casi maldiciendo el poder de la fama, que tanto ¡°sube¡± y tanto ¡°miedo¡± da: ¡°Yo al final soy un chaval que hace el payaso en casa, que no soy un profesional. Y esa es una responsabilidad muy grande¡±.
La mirada fija en el horizonte
Cuando se le pregunta por su futuro muestra la misma convicci¨®n que ya le acompa?¨® en cada uno de sus mil y un intentos de ser creador de contenido. ¡°En las redes seguro que no. Me encanta cuando la gente me trata bien, pero me duele cuando me tratan regular. Y yo... sinceramente, en el momento en el que pueda estar con mi familia bien y no nos falte de nada, mi objetivo es meterme en el mundo de los negocios y quitarme de las redes porque...¡±, frena su cavilaci¨®n para volver a sonre¨ªr: ¡°Soy un t¨ªo tranquilo, chill, no me gusta estar en el foco por todo lo que conlleva¡±. Aunque asegura que no dejar¨¢ de hacer v¨ªdeos, ya que le gusta y le llena, aspira a hacerlo por hobbie y no por trabajo. ¡°Que llegue a la m¨¢xima gente, que las marcas vean que tengo cierto alcance, que entre dinero... Eso ahora mismo es una necesidad, pero yo creo que dentro de unos a?os dejar¨¢ de serlo¡±, augura.
En pocas palabras, del mundillo de las redes ahora no est¨¢ cansado, ¡°pero llegar¨¢ un punto en el que s¨ª¡±. Y cuando eso ocurra quiere tener atado su peque?o universo. Si en 20 a?os un servidor y Jos¨¦ coinciden en un bar, al tiktoker le llenar¨¢ confesarle que todos los suyos est¨¢n bien. ¡°Mi padre ha pasado un proceso mental dif¨ªcil de depresi¨®n, y que ¨¦l est¨¦ bien; que mi madre est¨¦ bien. Que mi familia est¨¦ bien¡±, responde, enfrascando en una frase su filosof¨ªa de vida: ¡°Si mi gente est¨¢ bien, yo estoy bien¡±.
Una historia humana de amor y superaci¨®n, de la dualidad entre persona y personaje que plantean las redes sociales y que comenz¨® a desatarse una tarde cualquiera en la que el muro de su jard¨ªn amenaz¨® con venirse abajo.
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