El Neng cuenta sus malas experiencias en plena fiebre por el personaje: ¡°Invitaba a que la gente se pasara contigo¡±

La peque?a pantalla ha dado a Espa?a personajes variopintos que han catapultado carreras ¡ªlas de aquellos que se encontraban detr¨¢s¡ª y creado una surrealista capa de fama a artistas incipientes que se buscaban a codazos un hueco en la televisi¨®n. As¨ª le ocurri¨® a Edu Soto a principios del presente siglo, cuando hizo del programa de Andreu Buenafuente el patio de juegos del Neng de Castefa.

No hab¨ªa nadie que no conociera al Neng. Un joven de un barrio de Castelldefels con aires de hiperactividad que parodiaba al perfil estereot¨ªpico del maquinero barcelon¨¦s: estaba obsesionado con su ¡®buga¡¯, quer¨ªa convertirse en DJ y brincaba de un lugar a otro con una camiseta verde de mangas amarillas y pantalones de ch¨¢ndal azul al ritmo de su cl¨¢sico: ¡°?Qu¨¦ pasa, Neng!¡±.

Edu Soto, rostro detr¨¢s del ficticio poligonero, se ha sentado frente a Ricardo Moya en El sentido de la birra para conversar sobre temas varios y, adem¨¢s, hacer un an¨¢lisis de aquella ¨¦poca que solo el paso de los a?os permite. ¡°Imagino que no habr¨ªa un lugar en Espa?a donde pudieras ir sin que te reconocieran¡±, le dice el presentador, a lo que el humorista responde: ¡°Fue heavy porque adem¨¢s era un persona que invitaba mucho a la gente a que se pasara contigo¡±.

Se amontonan las im¨¢genes en su cabeza. ¡°Yo recuerdo perfectamente en Malasa?a subirse un t¨ªo as¨ª en ¡®coscoletas¡¯, a la chepa: ¡®eh, t¨ªo, qu¨¦ pasa¡¯. Y yo teni¨¦ndolo aqu¨ª encima, empujarlo y decir: ¡®pero qu¨¦ haces t¨ªo¡¯. Y me dec¨ªa: ¡®venga neng, qu¨¦ pasa¡¯¡±, relata, tratando de retratar la impotencia que le produc¨ªa que la gente le tomase como su personaje y abusara de la confianza que el Neng mostraba. ¡°Se pensaba que yo estaba de fiesta¡±, a?ade.

Y ese era el tema. Que le tomaban como una fiesta andante. ¡°Era una cosa muy loca. Y la pe?a por la noche invit¨¢ndome a copas, invit¨¢ndome a todo. ¡®T¨² lo que quieras¡¯, ?quieres un privado?¡¯¡±, detalla, remarcando que en aquel momento ¡°ten¨ªa 26 a?os y me gustaba ir a los abres¡±, pero que, cuando llegaba a una discoteca, ¡°no pod¨ªa ni entrar¡±. El motivo no le resultaba ajeno a nadie: ¡°Era la zona del Neng¡±.

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