El hombre que denunci¨® a Edwin Arrieta desvela su infierno: ¡°No sal¨ªa por miedo a encontrarle¡±

La misma tarde en la que Ana Rosa Quintana estrenaba horario vespertino, Y ahora Sonsoles decid¨ªa hacer suya la guerra lanzando una exclusiva que ha dado un vuelco al caso Daniel Sancho. El equipo del programa hab¨ªa conseguido entrevistar a una persona que, hace 18 a?os, fue acosada exhaustiva y violentamente por Edwin Arrieta. Declaraciones acerca de las palizas que le propinaba el cirujano, de las persecuciones que hac¨ªa a su familia o el ¡°terror¡± del que no pod¨ªa escapar (¡±hubo un d¨ªa en el que me llam¨® 143 veces¡±) han hecho que la imagen de Arrieta haya girado 180 grados. En este programa se termina de dibujar el relato que culmin¨® en unos juzgados por agresi¨®n f¨ªsica.

Inicia Sonsoles, minutos antes de profundizar en el tema, con una primera novedad respecto al programa anterior. El individuo denunciante se encuentra en el plat¨®. ¡°S¨®lo hay una diferencia entre este hombre al que llamamos Luis y Daniel Sancho. Luis le denunci¨® y gan¨®. Daniel lo mat¨®¡±, proclama la televisiva. Cuando arranca Sonsoles la entrevista, Luis da un primer titular: ¡°esta es una historia que era m¨ªa¡±.

El testimonio de Luis empieza en la noche en la que ambos se conocieron, de la misma forma que arrancaba el d¨ªa anterior. Pero ahora aporta muchos detalles nuevos que no dejan ning¨²n hueco oscuro. El cirujano se acerc¨® y ¨¦l le rechaz¨®. M¨¢s tarde, Luis le vio en la puerta del ba?o llorando y, seg¨²n relata, con la autoestima herida hasta las entra?as. ¡°Mi error fue haberle dicho a ¨¦l que hasta bien vestido se ve¨ªa bien¡±, confiesa, describiendo las palabras textuales de un comentario que, insiste, naci¨® por la voluntad de animarle y nada m¨¢s.

¡°Ten¨ªa a alguien que me investigaba y me segu¨ªa¡±

Y ah¨ª nace todo. Edwin aparec¨ªa, repentinamente, por su vida. En noches con amigos, cuando paseaba por la calle, de camino al trabajo... ¡°Conoc¨ªa datos de mi vida que yo no le hab¨ªa dado¡±, asegura Luis. El primero de ellos, el n¨²mero de tel¨¦fono. ¡°Un d¨ªa volviendo a casa encuentro unas flores en la puerta de mi casa, el portero me dijo que un hombre cuya descripci¨®n coincid¨ªa con la de Edwin las dej¨® ah¨ª¡±, dice. Luego llam¨® el cirujano y, de nuevo, Luis declin¨®: ¡°yo siempre le dije no. No s¨¦ de d¨®nde sacaba mi informaci¨®n¡±.

¡°Uno cree que esto nunca le va a pasar. En esa ¨¦poca ten¨ªa 30 a?os y uno cree que maneja todo, pero la situaci¨®n empez¨® a salirse de control¡±, extiende el relato frente a Sonsoles. Las nada misteriosas apariciones continuaban. Las llamadas y las persecuciones, tambi¨¦n. Incluso, asegura Luis, Edwin lleg¨® a enviarle la direcci¨®n de su oficina y amenaz¨® con decirle a su madre, cuyo n¨²mero de tel¨¦fono hab¨ªa conseguido tambi¨¦n, cu¨¢l era su posici¨®n sexual. ¡°Era una persona que sab¨ªa chantajear¡±, explica. Ante esta cascada de datos que el cirujano conoc¨ªa surgi¨® una de las partes m¨¢s tenebrosas de la historia: ¡°Edwin confes¨® que ten¨ªa a alguien que me investigaba y me segu¨ªa¡±.

Y as¨ª pasaron siete largos meses. ¡°No sal¨ªa por miedo a encontrarle¡±, revela. Pero hasta dos veces se cruzaron. Una en un restaurante y otra en el p¨¢rking de un centro comercial; en la segunda, el cirujano le rob¨® las llaves del coche y dijo, seg¨²n Luis, que hasta que no accediese a llevarle a casa no se las devolv¨ªa. ¡°Si no le pongo el l¨ªmite a Edwin yo estar¨ªa en la posici¨®n de Daniel. ?l no mide l¨ªmites¡±, resume Luis. Al asesino confeso le manda un mensaje de comprensi¨®n, jam¨¢s de justificaci¨®n, diciendo que a ¨¦l le toc¨® un ¡°Edwin m¨¢s fuerte¡±. Al padre, Rodolfo Sancho, le aconseja ¡°seguir como familia¡±. Pero, por encima de todo, hace de la noticia del verano un recuerdo amargo. ¡°Despu¨¦s de tanto tiempo cre¨ª que era un tema olvidado. Pens¨¦: ¡®qu¨¦ le habr¨¢ hecho a este muchacho¡±.