Festival Boombastic | D¨ªa 2
De la ¡®ruina¡¯ a la eternidad cogiendo prestado el testigo de la m¨²sica urbana
As¨ª fue el segundo d¨ªa del Boombastic Madrid con Hijos de la Ruina, Duki, Fernando Costa, Ptazeta y muchos m¨¢s artistas. Un festival para el recuerdo.
Asistir a un festival puede definirse como una de las experiencias m¨¢s aleatorias e interesantes de la vida. M¨²sica, arte y diversi¨®n confluyen en un recinto creado expresamente para disfrutar en el que te encuentras a personas de todos los lugares del mundo. ?Se puede pedir algo m¨¢s para pasar un d¨ªa inolvidable? Pues s¨ª, una buena organizaci¨®n, comida y bebida a raudales. Eso s¨ª, si no hay nada de esto, pero s¨ª unos buenos amigos para vivir la experiencia al m¨¢ximo, tambi¨¦n vale. Los festivaleros nos conformamos con poco y disfrutamos con mucho. Por suerte, tuvimos todo eso, y mucho m¨¢s, en el Boombastic Madrid 2022.
Cartel en mano y con algo de prisa, decidimos arriesgar y obviar el paso previo de las acreditaciones para entrar en el recinto. La doble pulsera salvadora (y acreditada) del d¨ªa anterior nos permit¨ªa acceder con paso ligero hacia el escenario dos sin volver a pasar por taquilla. Nos est¨¢ esperando Ptazeta con un flow que hasta se huele en el ambiente. Aunque el olfato es lo que precisamente est¨¢n utilizando los guardias en la puerta antes de dejar acceder a los asistentes. Quiz¨¢s no en el sitio que deber¨ªan o quiz¨¢s s¨ª para fastidio de los m¨¢s confiados. Casualidad que al que parece que pillaron algo era un conocido por muchos al que cachearon a dos metros de nosotros. La ¡®Divina Comedia¡¯ de una persona al que el despiste pudo salirle caro.
Flow extremo, chill y ¨²ltimas tendencias
Pasados los controles, los ritmos duros de Ptazeta acompa?aban el atardecer al mismo tiempo que miles de personas vitoreaban a una artista que no daba respiro a su DJ. Sus oros brillaban con los ¨²ltimos rayos de sol y la panor¨¢mica desde el foso de fot¨®grafos con la noria de fondo no pod¨ªa ser m¨¢s id¨ªlica. No podemos quedarnos mucho, pero a¨²n as¨ª nos da tiempo a escuchar alg¨²n que otro temazo conocido mientras hacemos las maletas hacia el escenario principal.
Mucho p¨²blico juvenil para ver actuar por primera vez a Khea, un trapero argentino con gran puesta en escena y quiz¨¢s algo de exceso de autotune. Humildad por bandera, el cantante se disculpa por los fallos de sonido iniciales y vuelve a comenzar para gusto de su p¨²blico.
Al mismo tiempo comienzan a sonar los primeros acordes de Marc Segu¨ª, l¨¢stima que el escenario nos quedaba a ¡®360¡ä grados y no pudieramos escuchar en vivo el hit que todo el mundo conoce. Alegr¨ªa sobre las tablas y una gran capacidad para trasmitir buena onda. El sol ya no se dejaba ver, pero a¨²n quedaba esa luz agradable que permit¨ªa ver brillar el maquillaje de los asistentes y mantener las gafas de sol sin tener que poner una excusa. Cualquiera quisiera volver a ese momento ¡°como un ni?o los findes¡±.
La calma que precede a la eternidad
Decidimos hacer un par¨®n para coger fuerzas y revisar fotograf¨ªas. El acceso de prensa nos permite entrar en muchos sitios y la ¡®Green Zone¡¯ es uno de ellos. All¨ª vemos conversar a Waor con Chuty como dos colegas, tambi¨¦n al bueno de Natos tomando algo con amigos. Sentimos la ausencia de Recycled, que hab¨ªa estado soberbio en solitario el d¨ªa anterior. ?Calma tensa? Al menos para ellos no, son ¡®Hijos de la Ruina¡¯, actuar ante 40.000 personas no es motivo de nervios.
El chico del puesto de los ¡®Doritos¡¯ nos reconoci¨® al instante y comenz¨® a prepararnos el manjar huntado en queso cheddar mientras observamos como, uno tras otro, los asistentes se acalambran (levemente) con la corriente que desprende el carro de comida. Las miradas complices entre nosotros y el currante son m¨¢s que evidentes, pero las carcajadas van por dentro. Esta vez, al puesto de hamburguesas le queda pan, pero preferimos perrito caliente. Quiz¨¢s la experiencia del d¨ªa anterior comiendo doble carne con queso en medio no fuera muy agradable. ¡°Te pongo dos de estas y el queso, as¨ª te lo comes como una hamburguesa, pero sin pan¡±. No sabemos cuantas servilletas gastamos. Incalculables.
En ese momento daba la sensaci¨®n de que todo el mundo estaba recargando las pilas porque la marat¨®n comenzaba en escasos veinte minutos y nadie se quer¨ªa perder lo que vendr¨ªa a continuaci¨®n.
Artistas que perduran
Todo est¨¢ preparado para ¡®HDLR¡¯ y el p¨²blico se agolpa en el escenario principal. Desde la tribuna las cabezas que se cuentan son innumerables y la fotograf¨ªa sale sola. Como todos los buenos conciertos, el show empieza con retraso y el propio Natos se encarga de hac¨¦rselo saber a su gente desde detr¨¢s del escenario. El p¨²blico enloquece por un instante para dar paso a los primeros silbidos. Mientras tanto, el hijo de Fer (Waor), camisa de la banda incluida, juega al ¡®pilla - pilla¡¯ con sus familiares como si su padre le estuviera dando ese respiro antes de las ovaciones.
Suena la base y los gritos de la gente se prenden al mismo tiempo que se apagan las luces en la noche cerrada de Madrid. Unos segundos despu¨¦s, las pantallas que hab¨ªan retrasado el inicio se encienden y se escucha el susurro de Natos: ¡°Hijos de la ruina, baby¡±.
Con mayor¨ªa de temas del nuevo disco y algunos de los m¨¢s m¨ªticos de vol¨²menes anteriores, estos chicos son capaces de llevar el rap de barrio hasta lo m¨¢s alto, al mismo tiempo que lo mezclan con ritmos modernos y bases de electr¨®nica y hardcore. Lo incluyen todo, pero lo integran bien. No cansa, no quieres que se acabe y te sorprende m¨¢s a cada tema. Desde una balada a una sesi¨®n que incluso pinchar¨ªan en Fabrik, Mondo o la antigua Radical. Y gusta, lo hacen tan bien que gusta hasta al m¨¢s reacio a esos ritmos.
Madrid entera se puso a vibrar con las canciones de Gonzalo, Jorge y Fer {¡±Hijos de la ruina, que lo que...¡±} olvidando el resto de conciertos por un instante y disfrutando al m¨¢s puro estilo ¡®RocknRolla¡¯. Quiz¨¢s pueda definirse como el rap que llega al barrio desde lo alto, pero que, sin embargo, mantiene la esencia del propio barrio. ¡®Cicatrices¡¯ que te llevas ¡®A la tumba¡¯ con gusto para convertirte en ¡®Carne de Ca?¨®n¡¯ en un inesperado viaje hasta la ¡®Octava Maravilla¡¯.
Del bochorno al espect¨¢culo
El retraso del concierto anterior nos dej¨® sin la oportunidad de ver a artistas como Sticky M.A. y Zetazen. Casi nadie se movi¨® del escenario principal, era el momento de Duki y las pantallas ya anunciaban su nombre. A medida que pasaban los minutos, la gente se agolpaba cada vez m¨¢s cerca de la valla. Nosotros ya cont¨¢bamos con la simpat¨ªa de los trabajadores de seguridad y la organizaci¨®n, impolutos durante todo el festival, pero no recordamos que, por suerte o por desgracia, viv¨ªmos en la era del postureo.
Fue comenzar Duki, y alrededor de unas cincuenta personas se agolparon en el acceso reservado a fot¨®grafos y prensa. Salieron de la ¡®Green Zone¡¯ y, a pesar de que contaban con zona VIP cerca del escenario (parece que no debi¨® valerles), decidieron bloquear el acceso a los fot¨®grafos para grabar sus stories a¨²n m¨¢s cerca. La gente de seguridad, con toda la raz¨®n del mundo, decidi¨® cerrar el acceso al foso ante la marabunta de influencers que se les ven¨ªa encima. De esta forma, la mayor¨ªa nos quedamos sin la posibilidad de hacer nuestro trabajo como hubi¨¦ramos querido y ellos no s¨®lo no pidieron disculpas, sino que, algunos, increparon a los vigilantes de seguridad por no permitirles el paso a un lugar que sab¨ªan que ten¨ªan restringido. El peor momento del festival. Mejor dicho, el ¨²nico.
A todo esto, Duki apareci¨® en Madrid con una puesta en escena impresionante en la que destacaba un micr¨®fono con alas blancas. La incidencia de los focos, no sabemos si casual o intencionada, desdibujaba el contorno de un antifaz alado en el rostro del argentino. Todo muy ¨¦pico. Duki, que comenz¨® su trayectoria en las batallas de gallos, sigue manteniendo esa esencia en algunas de sus canciones. Sin embargo, el fen¨®meno fan le ha permitido innovar con nuevos estilos sin llegar a dejar de lado lo que le hizo un nombre en el panorama. Un artista diferente que cada vez se aleja m¨¢s de las letras de calle y apuesta (con mucho acierto) por lo comercial. M¨¢s blessed que nunca.
El colof¨®n final
Con Duki d¨¢ndolo todo en el escenario principal, los fans dudaban si trasladarse por un momento al segundo recinto en el que Fernando Costa ya habr¨ªa comenzado. Nosotros nos apresuramos raudos y veloces creyendo que ya no podr¨ªamos acceder al foso, pero, cosas de la vida, el show de Fernandito se hab¨ªa retrasado para alegr¨ªa de los que posteriormente decidieran asistir a uno de los mayores espect¨¢culos vistos en Boombastic Madrid.
Fernando representa el rap m¨¢s callejero que puede hacerse en la actualidad y lo demostr¨® sobre las tablas con cada una de sus canciones. Le da igual todo. Sacar un lanzallamas, ponerse un pasamonta?as a 38 grados, beber licor de hierbas ibicencas, saltar por todos los recovecos del escenario y hasta bajarse a la valla con los fans mientras volv¨ªa loca a toda la seguridad del evento. Hace sus cosas a su ¡®Malamanera¡¯ y eso gusta a un p¨²blico que se lo devuelve con las mayores ovaciones que escuchamos en el festival. El acompa?amiento repentino de Ayax, Natos y Waor en un escenario que se ven¨ªa abajo con ¡®Chacho¡¯ fue el colof¨®n final a una actuaci¨®n inolvidable.
Finalmente, y por causas de log¨ªstica, Bresh sigui¨® siendo ¡®La fiesta m¨¢s linda del mundo¡¯, pero tambi¨¦n la m¨¢s breve. Nos quedamos con ganas de m¨¢s, pero lo que pudieron dar, lo hicieron dando el m¨¢ximo. Hab¨ªa que jugar el partido. Al final los festivales son eso, aletoriedades de la vida a las que merece la pena enfrentarse con una sonrisa. M¨¢s al recordar que, tras una noche apasionante, tienes que volver a casa desde Rivas. A¨²n as¨ª, mereci¨® la pena.