FAMOSOS
Carmen Borrego, al l¨ªmite y a punto de abandonar ¡®Supervivientes¡¯: ¡°Tengo la angustia de mi vida¡±
La televisiva, que ha empezado a acusar la falta de sue?o y de alimento, ha llegado a vomitar y llorar de ansiedad.
Los d¨ªas empiezan a pesar m¨¢s y las noches hacen cada vez menos justicia al cansancio en los Cayos Cochinos hondure?os. No todos son capaces de adaptarse a la isla con la misma facilidad; ya hay cuerpos que empiezan a resentirse ante las durezas insulares que conlleva el formato de Telecinco; entre ellos, Carmen Borrego, que ha cambiado el Caribe por el Egeo para hacer de Supervivientes una aut¨¦ntica odisea hom¨¦rica.
Hace varios d¨ªas le vio las orejas al lobo: tuvo que ser atendida de urgencia por el equipo m¨¦dico tras, sin medias tintas, desplomarse. Entonces encontr¨® una r¨¢pida respuesta al vah¨ªdo: ¡°Ha sido el calor, la humedad, la falta de comida, la edad... llega un momento en el que el cuerpo lo nota¡±. Eso fue el jueves. Un d¨ªa despu¨¦s, la energ¨ªa de su recuperaci¨®n se ha ennegrecido con la aparici¨®n de otro bajonazo inesperado.
¡°No me siento bien¡±
Borrego ha pasado la mayor parte de la jornada en reposo, tal y como el cuerpo le ped¨ªa, y, adem¨¢s, sin comer. La hermana de Terelu Campos ha decidido no comer y as¨ª se lo ha transmitido a Roc¨ªo Madrid: ¡°No tenemos fuego. Yo ya me he negado porque no me encuentro bien y yo creo que es del coco y del arroz crudo. Ayer no com¨ª nada en todo el d¨ªa¡±.
Pero no quedaba s¨®lo ah¨ª. De hecho, Madrid no iba a ser la ¨²nica que contemplar¨ªa el agotamiento manifiesto de Borrego; varios se acercaron a la televisiva y su respuesta fue en todo momento la misma: ¡°Estoy fatal¡±. Un poco m¨¢s espec¨ªfico fue el diagn¨®stico que hizo Kike Calleja de su estado: ¡°Est¨¢ hecha polvo, acaba de vomitar otra vez. La veo s¨²per d¨¦bil¡±.
La isla se hac¨ªa con la suya, pero Borrego no estaba dispuesta a rendirse: sac¨® fuerzas de qui¨¦n sabe d¨®nde y se meti¨® al agua. Fueron pocos segundos de esperanza que no tardaron en turbarse. ¡°Tengo la angustia de mi vida. ?Qu¨¦ agobio! No puedo. Fatal...¡±, se escapaban sus fr¨¢giles palabras a la vez que ella hac¨ªa lo propio del mar.
No frenan las n¨¢useas, no cede el hambre, no desaparece el agobio y, mientras se siente observada por todas las c¨¢maras, se oculta bajo una manta con el ¨²nico deseo de ser absorbida por la arena de la playa. Las l¨¢grimas caen por sus mejillas hasta mezclarse con la cristalina marea de la costa hondure?a que, lejos de dibujarse id¨ªlica, empieza a adoptar, cada vez m¨¢s, la forma de una pesadilla.