?Y no pueden con ¨¦l, y no pueden con ¨¦l!

El c¨¢ntico con el que el Ram¨®n S¨¢nchez-Pizju¨¢n despidi¨® a Jes¨²s Navas en su ¨²ltima comparecencia en casa no pod¨ªa decir m¨¢s con menos. El ¡°y no pueden con ¨¦l¡± mezclaba orgullo, rabia y realidad a partes iguales. Porque con Jes¨²s Navas no ha podido nada ni nadie durante toda su carrera. Ni los miedos a estar lejos de su casa cuando empezaba, lo que retras¨® su debut en la Selecci¨®n, ni Mbapp¨¦ en la pasada Eurocopa cuando la estrella del Sevilla le ense?¨® al franc¨¦s el tama?o de los tomates de Los Palacios en toda una semifinal. Ni una maldita lesi¨®n de cadera ni quien se quiso vestir de novia en la boda de su ¨²ltimo adi¨®s. Nada. Nadie.

Con el adi¨®s de Navas se cierran m¨¢s de dos d¨¦cadas gloriosas en las que, salvo un Erasmus de cuatro a?os en el City, la banda derecha tuvo nombre y apellidos. Cara de ni?o, ojos claros y un orgullo desatado por defender lo que sent¨ªa suyo, lo que era suyo. Navas se va, pero los ni?os del Sevilla se quedan. Los castigados de ¨²ltima hora y los reci¨¦n llegados. Los que van de la mano de sus padres y abuelos al estadio o los que volver¨¢n a su infancia cada vez que recuerden una carrera de Navas por la banda derecha y un centro al ¨¢rea que remataba Kanout¨¦, Luis Fabiano, Negredo, Ben Yedder, En Nesyri... Qu¨¦ alegr¨ªa m¨¢s triste es ver colgar las botas a Jes¨²s Navas. Qu¨¦ pena tan feliz es verle marcharse con el deber cumplido y haciendo feliz a tanta gente. Nadie pudo, nadie puede y nadie podr¨¢ con el legado de Navas.

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