Veinticinco poemas de terror y una canci¨®n desesperada
Estuvo el Espanyol durante muchos minutos a un solitario gol del escenario m¨¢s perfecto que las circunstancias pod¨ªan ofrecerle: quedarse a un punto del ascenso directo, con todo por decidirse en la ¨²ltima jornada. Pero fracas¨®. Porque s¨ª, aunque el equipo perico acabe subiendo a trav¨¦s de la promoci¨®n, en Lezama consum¨® el primer fracaso de la temporada, puesto que el objetivo inicial consist¨ªa en subir directo, opci¨®n matem¨¢ticamente ya descartada. Ha sido v¨ªctima de su propia incompetencia, la ¨²nica voracidad que ha demostrado cuando m¨¢s se necesitaba ha sido para fagocitarse a s¨ª mismo. Y hasta Manolo Gonz¨¢lez, el ¨²nico halo de ilusi¨®n hace no tantas semanas, parece engullido entre tanta toxicidad. La cara de Melamed hundido en un sill¨®n del banquillo refleja la expresi¨®n del espanyolismo.
Con hasta cuatro delanteros puros, con futbolistas que ven¨ªan de no jugar durante tiempo ¨Ccomo Calero o Keita Bald¨¦¨C y con un sistema in¨¦dito (Pere Milla s¨ª hab¨ªa llegado a actuar de carrilero ante el Oviedo, pero unos minutos), el entrenador ofici¨® ya de entrada una ceremonia de la confusi¨®n. Y los jugadores, l¨®gicamente, pusieron todo de su parte para seguir desconcertando a su cada vez m¨¢s afligida afici¨®n. Buscando la amplitud pero arrojando balones al ¨¢rea rival sin ning¨²n criterio, con m¨¢s cortes de circulaci¨®n que en la r¨²a del Girona que para colmo se desarrollaba simult¨¢neamente a este nuevo empate infeliz. Y convirtiendo en un vaso comunicante propio de Cuarto Milenio esa transici¨®n de la solidez defensiva otrora impensable a la incapacidad goleadora de una plantilla a la que pr¨¢cticamente se le ca¨ªan los goles. Ya ni digamos como a Dinamarca se le ocurra este pr¨®ximo jueves convocar a Braithwaite para la Eurocopa.
Nadie dir¨ªa que encadena el Espanyol 15 partidos sin perder. Porque cuando deb¨ªa ganar, cuando los empates ya empezaban a pesar como derrotas, ha sumado diez. Y ha sido incapaz de doblegar a rivales te¨®ricamente muy inferiores como el Amorebieta en esta ocasi¨®n. O como el Andorra. Desesperaci¨®n es la palabra que emana de esta temporada. La que sienten unos jugadores que quieren pero no pueden. Un entrenador que lo intenta pero no da con la tecla, como tampoco hicieron Ramis, Luis Garc¨ªa, Diego Mart¨ªnez¡ La de un director deportivo que no ha logrado enderezar la herencia de Catoira, hoy de Primera con el Real Valladolid gracias a un gol de otro experico: Mamadou Sylla. La de una directiva y propiedad que ni quieren ni pueden. Y, especialmente, la de una afici¨®n que inexplicablemente a¨²n sigue a su equipo all¨¢ donde va.
As¨ª que, con veinticinco poemas de terror, los resultantes de las 18 igualadas y las siete derrotas de esta fallida Liga regular (que en el caso blanquiazul ser¨ªa m¨¢s bien irregular) en Segunda, y sobre todo una canci¨®n desesperada (que se repite una y otra vez como un disco rayado) que convertir¨ªan a Neruda en una suerte de Edgar Allan Poe, se plantar¨¢ el Espanyol con otro cuento de la lechera el pr¨®ximo domingo en Cornell¨¤, calculando en el autoenga?o constante que es hoy este club que en caso de ganar al Cartagena y que el Eibar no lo haga contra el Oviedo, se amarrar¨¢ una tercera plaza que permitir¨ªa ascender con cuatro empates en la promoci¨®n. Pura literatura para esconder bajo la alfombra una temporada que, por lo pronto, ya se salda con ese primer fracaso. Y ahora, como dice Pere Milla (de la escuela sofista de Leticia Sabater): ¡°Al playoff, con alegr¨ªa¡±.