Valverde, la estrella sin etiqueta
Fede Valverde, jugador imprescindible en el Madrid, dej¨® su firma frente al Alav¨¦s. Clav¨® el tercero de los cinco goles, un derechazo salvaje, habitual en el repertorio de un jugador fundamental, pero casi fuera del radar medi¨¢tico. A Valverde se le aprecia, se le quiere y se le celebra si llega el caso: la volea que signific¨® el 3-3 contra el Manchester City result¨® crucial en el desenlace de la eliminatoria.
Estamos ante un martillo de la media distancia, un fenomenal chutador. Su destacada contribuci¨®n a la victoria no encontr¨®, sin embargo, el eco destinado a Bellingham, Vinicius, G¨¹ler o Courtois, cada uno de ellos por razones diferentes: debate alrededor del pr¨®ximo Bal¨®n de Oro, exquisita novedad del joven turco y sobresaliente evaluaci¨®n del porterazo que regresa a tiempo de jugar la final de la Copa de Europa.
Rara vez se fija la atenci¨®n general en Valverde. Se da por hecha su gran funcionalidad en el equipo, un interior derecho incansable que aprovecha su amplia zancada para moverse entre las ¨¢reas, socorrer a defensas, centrocampistas y delanteros, apilar con ¨¦xito remates de larga distancia y cumplir con todas sus obligaciones sin presumir. No le inquieta, o no lo parece, que el foco se coloque sobre otros.
Valverde no se lleva los grandes titulares en la prensa, ni se habla a diario de su valor en el mercado -alt¨ªsimo, por cierto-, ni se le adjudica la etiqueta de estrella, que lo es, y no se le cita entre los centrocampistas m¨¢s influyentes del mundo, un Steve Gerard de hoy, tanto por la funci¨®n que cumple, como por semejanza en el estilo. Interior derecho en el Real Madrid, mediocentro en la selecci¨®n uruguaya, donde su impronta es tan significativa como reconocida, Fede Valverde es una garant¨ªa de estabilidad y rendimiento.
Valverde pone las ruedas al Real Madrid y las hace girar de manera irreprochable. Cada vez se habla m¨¢s en el f¨²tbol de energ¨ªa y vigor, de lo que en estos tiempos se llama tener piernas. Valverde pertenece a esta categor¨ªa de jugador, como Tchouameni, Camavinga o Bellingham. Es evidente que el Real Madrid ha apostado en los ¨²ltimos a?os por esta l¨ªnea de jugador poderoso y atl¨¦tico, sostenido adem¨¢s por una alta cualificaci¨®n t¨¦cnica.
Es casi imposible pensar en la alineaci¨®n del Madrid sin la presencia de Valverde. Se puede pensar en un Madrid sin Tchouameni y Camavinga, dos medios de gran potencial, entre los titulares. Han pasado ocho a?os desde que el jugador uruguayo lleg¨® al Real Madrid. No han sido f¨¢ciles.
Lleg¨® muy joven y sin cartel de estrella. No levantaba espuma medi¨¢tica. Pas¨® por el Castilla y despu¨¦s por el Depor en la temporada del descenso del equipo gallego a Segunda Divisi¨®n. Regres¨® sin el menor ruido. Se le tild¨® de jugador disperso y aguant¨® a la sombra de tres gigantes: Modric, Casemiro y Kroos. Parec¨ªa un jugador a contra estilo de esos jugadores, raz¨®n que parad¨®jicamente favoreci¨® su estancia en la plantilla. Valverde significaba despliegue y prote¨ªnas.
Aquella etapa ha llegado a su fin. Ahora es el jugador uruguayo quien encarna la idea del Madrid joven, vigoroso y extremadamente profesional. Sin Valverde no se entiende al equipo que ha completado una de las mejores temporadas que se le recuerdan. A estas alturas de su carrera, es una estrella sin etiqueta. Qu¨¦ importan las etiquetas. Federico Valverde es una estrella de verdad.