¡®Unocerismo¡¯ s¨ª, gracias
El unocerismo es una enfermedad italiana que se propag¨® por el resto del planeta f¨²tbol mucho antes de que la FIFA entrase en la modernidad, si es que tal cosa puede afirmarse. Muchos entrenadores consideran este resultado como la obra maestra del balompi¨¦, una victoria tan m¨ªnima como suficiente y que reparte m¨¦ritos entre todos los presentes, especialmente el portero, que regresar¨¢ a la ducha con el orgullo intacto y sin las habituales miradas venenosas de los malos defensas. Yo no s¨¦ si Xavi es uno de estos t¨¦cnicos fetichistas del uno a cero, pero a buen seguro que, en este momento, es todo lo que necesita para reconocerse en el espejo y decirse aquello de ¡°claro que s¨ª, fiera, m¨¢quina, que eres un m¨¢quina¡±.
Esquivar la muerte por aburrimiento con el Bar?a es un uno de mis prop¨®sitos para este 2023 que promete m¨¢s y mejores aventuras all¨¢ por el mes de abril, que es cuando los equipos deben comenzar a refrendar lo insinuado el resto del a?o. Fuera de la Liga de Campeones por culpa de un oto?o quebradizo que dej¨® al equipo sin defensas, casi como una gripe, el laboratorio de los Hern¨¢ndez parece haber encontrado un once fiable que respeta todos los mandamientos de la ley de Cruyff, pero sin relevos que garanticen el mismo nivel competitivo en los partidos de entretiempo. O quiz¨¢s deber¨ªamos decir que s¨ª lo garantizan ¡ªa los resultados me remito¡ª, pero sin el brillo acordado que nos dimos entre todos los cul¨¦s: el Bar?a, como la Constituci¨®n, es una cosa tan seria que conviene recordar, cada cierto tiempo, su car¨¢cter colectivista en el que cabemos todos, tambi¨¦n esa gente del Espanyol que h¨¢bilmente se camufla entre nosotros para no sentir tanto fr¨ªo.
Hace tiempo, cuando el Bar?a ganaba y goleaba de la mano de Messi ¡ªque a su vez la recibi¨® prestada de Maradona, por lo que podr¨ªamos concluir que Dios es manco¡ª dejar un solitario gol en el marcador nos parec¨ªa obra del diablo, una mourinhada como una catedral, pero los tiempos han cambiado y los cul¨¦s ya no sentimos verg¨¹enza de nuestras propias limitaciones, al menos por ahora: ya veremos cuando llegue el tiempo de volver a la playa y nos reconozcamos los unos a los otros por llevar la espalda toda llena de marcas.
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