Un cuento de Navidad en el Bernab¨¦u
Es tradici¨®n en el Real Madrid comenzar su aventura europea con tropiezos y sustos. De los ¨²ltimos a?os se recuerdan varios resultados imprevistos en la primera fase del torneo, en el Bernab¨¦u la mayor¨ªa de las ocasiones. Esta vez venci¨® al Union Berlin en el ¨²ltimo minuto, lo que no deja de ser otra tradici¨®n asociada al equipo. En el Bernab¨¦u, un reloj de arena preside los ¨²ltimos minutos. Los segundos parecen minutos y los minutos, horas. Por si no conoc¨ªa esta particularidad, Bellingham se enter¨® de primera mano. Marc¨® cuando el partido expiraba, un gol rauliano, reba?ando el gol en el ¨¢rea peque?a. Cualquiera pod¨ªa estar all¨ª, pero a nadie le parec¨ªa casual que siempre estuviera Ra¨²l, o Bellingham ahora.
El Union Berlin es un cuento de Navidad en este f¨²tbol de petrod¨®lares, fondos de inversi¨®n, billonarios y codicia global. Si este equipo no existiera, habr¨ªa que inventarlo. De hecho, su existencia resulta tan sorprendente que parece dictada por un guionista. Un equipo del barrio de Kopenick, en el antiguo Berl¨ªn Oriental, desconocido para todo el mundo y sin la menor posibilidad de progresar tras la ca¨ªda del Muro, escala sin previo aviso, y sin millonarios al rescate, desde la categor¨ªa m¨¢s baja del f¨²tbol alem¨¢n hasta la primera categor¨ªa de la Bundesliga. Sin percibir un euro, sus aficionados reconstruyeron el campo ladrillo a ladrillo hasta convertirlo en un modest¨ªsimo recinto, catedral del orgullo de un barrio que rompe esquemas.
El Union Berlin crece donde la hinchada ha plantado una semilla diferente en el f¨²tbol. Es lo m¨¢s cerca a la autogesti¨®n que se conoce y lo m¨¢s aproximado a una idea rom¨¢ntica: su gente construye el campo, anima sin descanso y no abuchea jam¨¢s a sus jugadores. Quien rompa las reglas no es un unionista. Cuando lleg¨® a la primera divisi¨®n de la Bundesliga se le acogi¨® con cierta condescendencia, un milagro sin recorrido. Han pasado cuatro temporadas desde entonces. En la ¨²ltima, Union Berlin -dicen que sus aficionados detestan el art¨ªculo por delante- se gan¨® un puesto en la Liga de Campeones.
Su primer partido en la Copa de Europa se disput¨® en La Meca de la competici¨®n. El Bernab¨¦u es el estadio por definici¨®n del torneo, la casa madre que ha adquirido el perfil futurista que el f¨²tbol actual reclama a sus principales clubes. Llegaron en masa miles de hinchas del Union Berlin, para disfrutar del viaje so?ado. Primer partido en la Copa, Real Madrid, el Bernab¨¦u: un fabuloso regalo para un equipo ubicado en las ant¨ªpodas del modelo que representa el club espa?ol.
Al Madrid le cost¨® una eternidad ganar el partido. No le cost¨® nada producir ocasi¨®n tras ocasi¨®n, especialmente en el segundo tiempo. El hermoso cuento del Union Berlin persisti¨® en el campo, no por la calidad de su juego, francamente mediocre, pero s¨ª por su tenaz resistencia a la derrota. O por las sorprendentes dificultades del Madrid para obtener un m¨ªnimo provecho de su profusi¨®n rematadora. Fueron 32 tiros, un par de ellos al palo.
El fantasma de otros d¨ªas parecidos en La Castellana -Shaktar Donetsk, en este caso en Valdebebas, Sheriff o el empate con el Brujas- se habr¨ªa apoderado del partido, si no fuera porque el equipo berlin¨¦s no se acerc¨® por el ¨¢rea de Arrizabalaga. Bellingham, procedente de la Bundesliga y por lo tanto perfecto conocedor del Union Berlin, se a?adi¨® a la larga lista de especialistas en el ¨²ltimo minuto del Real Madrid. Suficiente para ganar. No es el cuento de Navidad del Union, pero s¨ª el relato que el Madrid escribe desde tiempo inmemorial.