Terciopelo blanquiazul
Fue una noche de lunes de noviembre. Hac¨ªa ya mucho fr¨ªo. Yo iba caminando cabizbajo, bufanda apretada, manos en los bolsillos, hacia la estaci¨®n de Renfe de Las Margaritas y me encontr¨¦ una oreja en el suelo. Una oreja humana abandonada, un hallazgo absurdo, la puerta abierta a un misterio. Desde entonces, como Hansi Flick, soy otro. Otra persona, un hincha diferente. Aquello fue una revelaci¨®n.
Ven¨ªa de ver palmar a mi equipo en el Coliseum. O deber¨ªa decir del campo donde el doctor Bordal¨¢s te aplica su terapia de electroshock, una experiencia por la que todo hincha que se precie deber¨ªa pasar, una historia verdadera. ?Una noche fr¨ªa y lluviosa en Stoke? ?Un partido de Liga en Getafe!
No puede ser una coincidencia que volvamos a discutir sobre c¨®mo saca los puntos el Getafe del maestro Bordal¨¢s justo cuando acaba de fallecer David Lynch, un genio que retrat¨® el lado oscuro de las pasiones humanas, que alumbr¨® belleza entre la sordidez y el desasosiego, que jug¨® a ser un Dios y como creador comparti¨® con el hincha del f¨²tbol el conocimiento de las miserias ocultas en el amor, esas que tambi¨¦n mueven (y hacen m¨¢s complejo) al ser humano. La pasi¨®n por un equipo, el amor a los colores no est¨¢ ¨²nicamente en la victoria, ni siquiera se corona en la belleza del jogo bonito. El lado oscuro tambi¨¦n forma parte de nuestra pulsi¨®n futbol¨ªstica.
La vida del hincha est¨¢ llena de actos reflejos ante los que avergonzarse: deseamos que pierdan los rivales, que ganen equipos que juegan a no dejar jugar, que el ¨¢rbitro sea injusto a nuestro favor, que expulsen a rivales o que (oh, s¨ª: m¨¢ximo rubor) nuestro central bigotudo le pegue patadas a la estrella rival. Tras ver ganar a mi Espanyol de milagro y jugando mal (?qu¨¦ m¨¢s da?) al Pucela, yo quer¨ªa a la vez que el Bar?a ganase a un rival directo como el Getafe mientras daba un salto de alegr¨ªa con el golito de Arambarri. El criterio es que no hay criterio, o que todos pueden valer: lo m¨¢s aberrante puede ser bello y gozoso. El hincha busca, y a veces encuentra, la belleza del hombre elefante.
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