S¨®lo quedar¨¢ uno en pie
La ¨²ltima visita a Lisboa dej¨® un aviso claro, un marcador m¨¢s propio de los choques coperos contra el Atl¨¦tico que de la Champions. Ocurri¨® hace un mes y medio, con el Bar?a virtualmente clasificado y sin que la cita fuese un duelo del que solo uno saldr¨ªa con vida. De hecho, salieron vivos los dos. Por ello cuando el Bar?a perd¨ªa 4-2 no nos traumatizamos en exceso. El pase a la siguiente fase estaba encarrilado. La remontada en el ¨²ltimo segundo, con Raphinha haciendo de Sorloth al contragolpe, nos hizo saltar del asiento, pero no como el derechazo de Iniesta en Stanford Bridge.
Ahora es un cara o cruz, un duelo al sol a doble vuelta, como si el Estadio da Luz fuese Ok Corral y Montjuic Dogde City. En Lisboa la remontada de enero dej¨® ansias de revancha, de reivindicar que un d¨ªa fueron grandes, antes de que Bela Guttman soltase su maldici¨®n al ser despedido tras levantar la segunda Copa de Europa consecutiva.
De los lisboetas se dice que son desganados y alica¨ªdos, como los fados que se cantan en las tascas do bairro alto. Har¨ªan bien en prevenir a Flick. En Lisboa hubo tambi¨¦n un 25 de abril que cambio su historia al ritmo del Grandola Vila Morena, que no hay pueblo m¨¢s orgulloso que el portugu¨¦s. Solo as¨ª se explica que no hayan sido absorbidos por sus vecinos en todos estos siglos. Ojo pues con el duelo al sol.