Siniestra barbarie de los nazis laziales
Una emboscada urdida por hinchas del Lazio produjo graves heridas a varios hinchas de la Real. Por fortuna no hay ningún desenlace mortal, pero cerca estuvo. La narración del due?o del bar en cuya puerta se produjo el asalto, muy cerca del Coliseo y de San Pietro in Vincoli donde posa con majestad el Moisés de Miguel ?ngel, mueve a espanto. Una horda de macarras con bates, llaves de desmontar ruedas de coche, pu?os americanos, nunchakus y navajas, todo el armamento previo a las armas de fuego, a la caza de realistas. No hay indicios de ‘quedada’, fue un asalto a la brava de grupo pronazi a grupo ultraizquierdista.
El fútbol no puede convivir con esto. Hace muchos a?os que está ahí, en ocasiones ha remitido, ahora lo vemos resurgir peligrosamente. Por una mezcla de cobardía moral, complacencia partidista y deseo de tener animación colorida en el campo, muchos clubes lo alimentan. Es un experimento sociológico aberrante reunir cada poco a lo más indeseable de la sociedad local en una peque?a grada detrás de la portería, para que interactúen y se envalentonen. Los del Lazio se cuentan entre lo peor, pero, desde luego, no son una singularidad. Desgraciadamente, pasa mucho más de lo que a todos nos gustaría.
La primera obligación, y la primera culpa, es del propio club. Pero la UEFA se está mostrando tolerante con las bengalas y con otro tipo de signos del resurgir de esto. En los ochenta llegó a expulsar a todos los ingleses cinco a?os de las copas europeas por lo de Heysel. Me pregunto si hoy se puede expulsar al Lazio y a todos los ‘lazios’ que incuben estos huevos de serpiente y me contesto a mí mismo que el tiempo de las soluciones drásticas ha pasado, que cualquier juez podría revocarlo. La situación exige un trabajo serio, largo y esmerado (ahí están el Bar?a y el Madrid) pero la UEFA no lo ve una prioridad.