Riqui Puig y el derecho a la fiesta
Esta la contaba Rodney Marsh, la figura del f¨²tbol ingl¨¦s que hizo fortuna en la liga norteamericana a finales de los a?os 70. La ¨²ltima vez que Pel¨¦ fue con el Cosmos a jugar a Tampa el hype estaba por las nubes. Tanto que decidieron recibirle como se merec¨ªa. Los de marketing mandaron una limusina al aeropuerto para recogerle y llevarle a la multitudinaria rueda de prensa que hab¨ªan programado. Junto al Rey viajaba Giorgio Chinaglia, el carism¨¢tico delantero italiano que tambi¨¦n andaba haciendo las Am¨¦ricas. Suben al coche y en el asiento de atr¨¢s, dos cheerleaders sujetando una botella de Chivas. Al parecer, Pel¨¦ y Chinaglia no se presentaron a la rueda de prensa, no se les vio el pelo en d¨ªas y los Tampa Bay Rowdies ganaron aquel d¨ªa delante de 45.000 almas desconcertadas.
El soccer ha cambiado desde entonces y la MLS es m¨¢s vivero que geri¨¢trico para estrellas pasadas de rosca. Es una competici¨®n decente, pero algo de aquel esp¨ªritu jaranero perdura en el ambiente. ?De qu¨¦ otro modo podr¨ªa haber acabado sus d¨ªas all¨ª Gareth Bale? Por eso me desconcierta y me apasiona el viaje alucinante que est¨¢ a punto de emprender Riqui Puig. A sus 22 a?os, perdida la confianza de sus entrenadores y el inter¨¦s de los grandes clubes, Puig es como una fiesta que acaba antes de empezar. ?La MLS? Muy duro, Riqui¡ Hay un dato demoledor sobre lo suyo que tambi¨¦n define la voracidad del Bar?a actual: Gavi ha alcanzado la mayor¨ªa de edad un d¨ªa despu¨¦s de que Riqui se marche al soccer¡
Cuando apareci¨® Gavi, todos nos excitamos como Jos¨¦ Luis Moreno cuando presentaba a los artistas invitados. ¡°Tiene garra, tiene fuerza y tiene calidad¡±, exclam¨® Luis Enrique. No son palabras dichas al azar. Exceptuando la clase son los mismas que siempre faltaron en la definici¨®n de Riqui. Eso y un cierto divismo le han matado, le ha puesto en la diana. Lleg¨® al primer equipo como un elegido y se marcha ocupando apenas una esquina en los peri¨®dicos del d¨ªa. Y lo que es peor: transmitiendo la sensaci¨®n de haber sido el arma arrojadiza de unos y otros en sus guerras particulares. Me hubiera gustado verle crecer en Europa pero ?es tan malo el asunto? Como dec¨ªan los Beastie Boys, ¡®you gotta fight for your right to party¡¯.