Problemas de millonarios
El ¨²ltimo giro con el PSG dejando fuera a Mbapp¨¦ de la gira y borr¨¢ndole de las fotos promocionales me ha recordado que no es ¨¦sta, ni mucho menos, la primera vez en mi vida que me engancho a culebrones de millonarios. Tengo edad suficiente como para acordarme de Dallas, Dinast¨ªa y Falcon Crest y las tribulaciones de gente con casoplones, provenientes de petr¨®leo o vi?edos, que la mayor¨ªa del tiempo no hac¨ªan m¨¢s que padecer porque b¨¢sicamente se hac¨ªan la pu?eta los unos a los otros.
En este serial tenemos a un jeque, a un rico e influyente empresario y a un joven y acaudalado futbolista. Todos con sus sue?os de grandeza y sus ansias de dinero y poder. El jeque quiere doblegar la voluntad del multimillonario jugador para que todo el mundo sepa qui¨¦n manda aqu¨ª, especialmente el todopoderoso empresario que si pretende salirse con la suya deber¨¢ soltar una pasta gansa. Hay personajes secundarios apasionantes, desde la madre del futbolista a la que los medios presentan como a una p¨¦rfida ?ngela Channing -es de primero de culebr¨®n que debe haber, s¨ª o s¨ª, una mujer mala, mal¨ªsima- hasta el presidente de la Rep¨²blica Francesa, Emmanuele Macron, que lo mismo retrasa la edad de jubilaci¨®n a sus s¨²bditos, invita a su Palacio a Mohamed Bin Salman -el pr¨ªncipe heredero que orden¨® secuestrar y torturar a un periodista- o interfiere y presiona para que el joven deportista no se largue de sus dominios.
Los guionistas se esfuerzan por seguir dotando a la serie de nervio con tramas que var¨ªan de un a?o a otro, pero que en el fondo siguen siendo lo mismo y comienzan a resultar repetitivas. El cansancio de los espectadores, de los fans, incluso de los muy cafeteros, resulta palpable: no hay quien aguante al jeque, al empresario ni al futbolista. Ya no hay buenos, ni malos y lo ¨²nico que quieren es que llegue el final de una pu?etera vez porque as¨ª es imposible empatizar con nadie. Plastas.