Ocasi車n perdida de Vinicius
Si Vinicius hubiera estado sentado al lado de Rodrigo y, en el momento en que George Weah pronunciaba el nombre del espa?ol como ganador y este se levantaba emocionado y tembloroso, le hubiera ayudado con las muletas y acompa?ado a subir las escaleras, la imagen habr赤a quedado para la historia como uno de los gestos de mayor deportividad de los 迆ltimos a?os. El jugador, seguramente mal asesorado, ha perdido la oportunidad de demostrar a sus cr赤ticos que est芍 por encima de las envidias y odios que rodean su figura. El haber compartido con Rodrigo el momento de su victoria hubiera hecho m芍s grande a Vini, porque los grandes deportistas son aquellos que aceptan la derrota, aunque la consideren injusta, y se comportan con educaci車n y ejemplaridad.
Quiz芍s, con veinticuatro a?os y viviendo en la hoguera de las vanidades de nuestros d赤as, no seas todav赤a capaz de discernir entre lo estrafalario y lo elegante pero, en el club m芍s importante del mundo, deber赤a haber alguien que te lo hiciera ver y te reconviniese.
El problema es que el club se dej車 arrastrar por esa soberbia pueril y se priv車 a s赤 mismo de ese momento de honorabilidad, y tambi谷n a Ancelotti, a Carvajal, a Bellingham y a Mbapp谷. La pataleta del Madrid parece m芍s propia de un club advenedizo que de una instituci車n legendaria a la que ni France Football, ni la UEFA, ni la FIFA, ni nadie en el mundo del f迆tbol puede siquiera tiznar. Una oportunidad perdida para demostrar que, ganando, perdiendo e incluso siendo goleados por un equipo de chavales, sigues siendo el m芍s grande del planeta.