No pisar el escudo
Nada hay m¨¢s contagioso que una moda en el f¨²tbol. Un jugador celebra un gol de una forma original e inmediatamente es replicada a lo largo y ancho de todos los campos del mundo. Todo se copia e imita: peinados, celebraciones, marcas de neceser, maneras de llevar las medias o la t¨¦cnica para lanzar los penaltis (ahora se estila mucho la parada al final con saltito). ?ltimamente he observado otra novedad que viene pegando fuerte de un tiempo a esta parte, un gesto muy aplaudido en redes sociales. Estoy hablando de la moda de ¡°no pisar el escudo¡±. Esto es: cuando un jugador se encuentra ante el escudo de un equipo, ya sea el suyo propio, el de un ex o el de un rival, ya sea sobre el c¨¦sped o en el suelo del vestuario, lo que se supone que toca hacer es evitar pisarlo, esquiv¨¢ndolo como si estuvieras jugando en el patio a la rayuela, en lo que se considera una muestra de decoro y respeto.
Pienso al rev¨¦s. Creo que nada honra m¨¢s un escudo que cuando es pisado por los propios futbolistas camino a los vestuarios tras haberse dejado el alma sobre el c¨¦sped. O instantes antes de saltar a jugar. Porque el c¨¦sped est¨¢ para pisarlo. Y ese escudo que se pone bajo los pies de los futbolistas est¨¢ ah¨ª para recordarles que forman parte de algo m¨¢s grande y que ese escudo tambi¨¦n forma parte de ellos. Para decirles que nunca estar¨¢n solos. No se coloca ah¨ª para ser evitado como Jack Nicholson con las baldosas en Mejor imposible.
Cuando en la NBA o en la Euroliga se dejan las marcas de las zapatillas sobre la pegatina del escudo tras un frenazo, o cuando lo manchan con sudor y tienen que pasar la mopa, o cuando encestan pisando desde el logo, nadie piensa que eso est¨¦ mal. Cuando en la NFL un jugador baila a lo largo de la end zone sobre las letras, el escudo y los colores de un equipo tras hacer un touchdown, no est¨¢ siendo irrespetuoso. Todo lo contrario.
El respeto al escudo se puede demostrar de muchas otras maneras. Se puede demostrar, por ejemplo, no dejando que torture el escudo hasta la desfiguraci¨®n un grupo de dise?adores gr¨¢ficos con ¨ªnfulas. Se demuestra no permitiendo que el patrocinador principal de la camiseta sea un grupo de piratas de dudosa reputaci¨®n sin m¨¢s aval ni trayectoria que un exceso de liquidez. Se demuestra no haciendo los escudos para tontos, simplificados todos hasta la irrelevancia, despojados de cualquier atisbo de personalidad, porque as¨ª ¡°se ve mejor en las apps¡±. Se demuestra no quit¨¢ndole el verde al madro?o del Atleti. Se demuestra acerc¨¢ndote a saludar a la afici¨®n cuando se gana un t¨ªtulo antes de hacerte el book de fotos con la familia y los amigos en el campo.
El respeto al escudo no funciona con un aplaus¨®metro, ni poni¨¦ndose a predicar al coro, ni bes¨¢ndose la camiseta. El respeto al escudo, como una buena canci¨®n o un comentario ingenioso, nunca har¨ªa falta tener que explicarlo.