Miguel ?ngel y Txetxu Rojo, h¨¦roes del 1 al 11
Acababa de ense?arles a mis hijos la parada de Miguel ?ngel contra Austria en Mar del Plata durante el Mundial de Argentina¡¯78. Hac¨ªamos palomitas felinas en el sof¨¢ imitando al bigotudo gato orensano, mi portero favorito de la ni?ez, que acaba de anunciar que padece ELA, cuando nos enteramos de la muerte de Txetxu Rojo, un extremo izquierda de tron¨ªo, un rebelde pop de zancada elegante, flequillo libre y centro depurado. Diestro arrepentido, soy hijo de un 11 goleador, marido de una artista zurda y padre de tres zurditos: en casa nos pirramos por un puntero a la siniestra que ponga balones al segundo palo.
La nostalgia es para Elena y los abuelos, los seres queridos que adoramos, pero la Navidad tambi¨¦n azuza los recuerdos de nuestro amor por el f¨²tbol. Dos futbolistas m¨ªticos, nacidos en 1947 y 18 veces internacionales ambos, nos evocan una ¨¦poca del f¨²tbol en cromos indelebles en los que nos vemos reflejados, vidas de repuesto, como dice Garci y lo recuerda Andr¨¦s Moret en su fabuloso libro-biopic sobre el cineasta.
Del 1 de Miguel ?ngel, una vida en el Real Madrid (tras un a?ito cedido al Castell¨®n), h¨¦roe del Peque?o Maracan¨¢ de Belgrado cuando clasificarse para el Mundial eran nuestras semifinales, 8 Ligas y 5 Copas, un mostacho para la historia de nuestro f¨²tbol; al 11 de Rojo I, one club man puro, tan bueno que tuvo que venir la selecci¨®n inventora del f¨²tbol a su homenaje en San Mam¨¦s (otra joya de YouTube con la voz de Alberto Bacigalupe), jugador de campo con m¨¢s partidos en el Athletic (solo Iribar le supera), con el que gan¨® dos copas y cuyo esp¨ªritu, como un Cid del barrio bilba¨ªno de Bego?a, se not¨® en las Ligas de Clemente, logradas tras su primer adi¨®s en 1982.
Los grandes futbolistas son eternos: atraviesan ¨¦pocas y unen a generaciones. Abuelos, padres e hijos que han narrado estos a?os de f¨²tbol proyectan su relato sobre los nietos, que escuchan incr¨¦dulos historias de campos embarrados, ¨¢rbitros de negro, centrales bigotudos y gradas de pie, ante la mirada condescendiente de los que guardamos h¨¦roes como vidas extra en alineaciones del 1 al 11 para no caminar nunca solos.