Messi no es una mascota
Algo ha pasado para que Joan Laporta no quisiera ayer hablar de Leo Messi en la presentaci¨®n de Kound¨¦. El presidente se justific¨® por el ¡°ambiente distendido¡± que estaba viviendo en Nueva York hace cuatro d¨ªas cuando los periodistas le preguntaron por el argentino y se vino arriba hablando de la posibilidad de su retorno. Que tiene una deuda moral con el jugador es una evidencia: fue ¨¦l quien prometi¨® durante la campa?a electoral que renovar¨ªa a Messi con un asadito y quien le dijo a su padre y agente el mismo d¨ªa que cre¨ªa que iban a firmar la renovaci¨®n que no, que adi¨®s muy buenas. El desconsuelo, el hipo incluso con el que llor¨® Leo en la sala de prensa reconociendo que no se lo esperaba, sigue siendo una mancha en el expediente de un Laporta que va crecido con las palancas, los fichajes y un entorno cada vez menos cr¨ªtico y que hasta celebra como un triunfo un panel en Las Vegas con el adorado l¨ªder provocando al eterno rival.
Al jugador m¨¢s importante de la historia del Bar?a le echaron de mala manera y, por ahora, no quiere ver ni en pintura a Laporta porque fue ¨¦l quien hasta el ¨²ltimo momento le hizo creer que s¨ª, cuando era que no. Esa herida no se cierra con un par de frases hechas por mucho que el ambiente fuera tan festivo en Nueva York como para soltar: ¡°Nos gustar¨ªa que el final de su carrera fuera con la camiseta del Bar?a y siendo aplaudido en todos los campos¡±. Messi no es una mascota a la que pasear por los estadios mientras en las tiendas hacen ¡®clinc, clinc, caja¡¯ para mayor y mejor gloria de un presidente que en cuatro d¨ªas ya ha cambiado de discurso y de repente recuerda que tiene contrato con el PSG.
Ni siquiera se ha cumplido un a?o desde el traum¨¢tico adi¨®s de Messi entre l¨¢grimas y en un acto promocional Laporta ya estaba haciendo lo que mejor sabe: venderse a s¨ª mismo. Sin hablar con el jugador, sin una llamada o mensaje de por medio. El culto al l¨ªder no admite disidencias. Y el emperador ahora es ¨¦l, no Leo.