Messi
Lo mereci¨® Argentina. Lo merec¨ªa Messi. Se acab¨® la discusi¨®n. Los romanos debat¨ªan en las ¡®tabernae¡¯ sobre qui¨¦n merec¨ªa ser considerado el mejor general: Pompeyo o Julio C¨¦sar. Los te¨®logos discurrieron durante siglos sobre qui¨¦n habr¨ªa sido m¨¢s relevante para el cristianismo, San Agust¨ªn o Santo Tom¨¢s. Y los franceses se enzarzaron en acalorados debates sobre si la genialidad de Picasso superaba a la de Matisse.
Durante a?os, Messi y Cristiano Ronaldo compitieron por t¨ªtulos, goles y balones de oro, lo que, sin duda, les hizo mejores, como ocurri¨® con otros genios que rivalizaron por la corona del prestigio y el reconocimiento. Pero Messi siempre tuvo que medirse con la sombra de Maradona, especialmente en su pa¨ªs. Puedes doblegar a tu rival de carne y hueso, dejar en evidencia al que se compara contigo, como ocurri¨® con Griezmann, quien os¨® sugerir que se podr¨ªa sentar a la misma mesa que CR7 y el astro argentino. Pero parec¨ªa tarea imposible superar a aquel jugador con dotes sobrehumanas que habr¨ªa bajado de alg¨²n extra?o planeta para dejar en el camino a tanto ingl¨¦s y que el pa¨ªs fuera un pu?o apretado gritando por Argentina, como relat¨® V¨ªctor Hugo Morales.
Los antiguos griegos consideraban una locura querer asemejarse a los mitos. Pero el poeta P¨ªndaro cant¨® a quienes fueron capaces de proezas inimaginables, sobrenaturales, en alguno de los cuatro cert¨¢menes deportivos que se celebraban: los Juegos Ol¨ªmpicos, P¨ªticos, Nemeos o ?stmicos. De vez en cuando, alg¨²n deportista extraordinario demostraba que se hab¨ªa quedado sin rival.
Acaso ning¨²n futbolista, como Messi, haya estado tan sometido a un escrutinio constante sobre si merec¨ªa estar en lo m¨¢s alto del podio. Cada partido parec¨ªa una lucha por prevalecer no solo por encima de sus contrincantes, sino de los genios que le hab¨ªan precedido, en particular Maradona. Ahora nos hemos dado cuenta de que, como los grandes hombres de todos los tiempos, Lionel solo luchaba contra s¨ª mismo. Acaso sab¨ªa que, tarde o temprano, cuando alcanzara la c¨²spide del olimpo futbol¨ªstico, solo nos quedar¨ªa una sensaci¨®n de agradecimiento por habernos regalado algunos de los momentos m¨¢s maravillosos de nuestras vidas. Porque, como dec¨ªa P¨ªndaro, la vida del hombre es perecedera, pero sus d¨ªas son inmortales. Gracias Dios, por el f¨²tbol, por Messi, por estas l¨¢grimas, por este Argentina 3(4) ¨C Francia 3(2).
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¡°Llegaba a casa llorando...¡±