Mercado de verano
Los traspasos sospechosos, los h谷roes inesperados, los apellidos que parecen inventados... Me fascina el mercado de fichajes. Me atrapa esta parte de la temporada cuando llega el calor, los chicos se enamoran y cualquier cosa parece posible para el aficionado. Irvine Welsh escribi車 una vez que todo se mueve por expectativas, y que el truco consiste en inflarlas al m芍ximo. El hombre hablaba de la vida misma, pero bien podr赤a haber descrito el cierre de cualquier mercado amorrados al bot車n F5 en nuestro agregado de noticias favorito. Me encanta la lluvia de rumores en el verano, porque en realidad es orbayu. No moja tanto, no hace da?o. Me gusta como la lucha libre cuando era peque?o. Porque s谷 que la mitad de lo que sucede es artificio, pero las hostias no duelen. No tanto como un 0-1 en el Tartiere un domingo de enero. Bastante menos que el no de Arda G邦ler.
El caso es que llegados a este punto para celebrar este momento del a?o y todo lo maravilloso que nos puede ofrecer, no queda otra que recordar la historia de Ali Dia. ?Qu谷 importa que haya sido copiada y pegada millones de veces en los sitios web de medio mundo? Lo bueno no tiene fecha de caducidad. Que se lo digan a Graeme Sounness, entonces entrenador del Southampton, quien en el mercado veraniego de 1996 respondi車 una llamada telef車nica de George Weah. Al tipo no le extra?o que el Bal車n de Oro tuviese el n迆mero del peor equipo de la Premier y tampoco que le recomendase fichar a su sobrino Ali Dia, un prodigio a todas luces. Su respuesta fue de tres s赤labas: ※palante§. Y todo iba bien, todo era perfecto, como la seda, hasta que se descubri車 que Dia no era jugador profesional y que Weah era un colega suyo con habilidad para imitar voces.
Sin embargo, Dia logr車 enga?ar a Sounness hasta el 迆ltimo minuto. Apenas lleg車, lo hizo jugar unos minutos contra el Leeds, para darle un descanso al gran Matt Le Tissier, y tuvo que cambiarlo de inmediato por contraste. Porque la naturaleza pachangu赤stica de su f迆tbol era demasiado incluso para el Southampton. Los l赤mites de la realidad se estiran como el chicle masticado durante la ventana de fichajes y no conviene menospreciar esta parte de la temporada donde todo parece como el verano: ilusorio, l芍nguido y falso. La prueba est芍 en Dia, que no era nadie y nos dej車 un momento inesperado para contar durante siglos. As赤 como yo contar谷 a mi hijo que una vez escrib赤 en As, pero esa es otra historia.