Mbaptitis
Es indudable que el bajo rendimiento de Mbappé no es el único problema del juego del Madrid, pero la frustrante temporada del francés está contribuyendo al atasco. En realidad, son vasos comunicantes. A Kylian le perjudica cierto desnorte en la construcción y no saber muy bien a qué se quiere jugar, y al equipo le desconcierta que la estrella mundial no sea capaz de resolver por sí solo algunos de los problemas. El delantero está tomando conciencia de lo duro que es estar en el equipo más exigente del mundo, donde para ser un líder de verdad tienes que jugar todos los días de sobresaliente, no vale un aprobado como en el PSG.
En Francia, con cumplir el expediente se ganaban partidos y tus goles salían en el escaparate mundial, pero aquí todo cuesta el triple porque cada evaluación es mucho más rigurosa. El a?o pasado, a estas alturas de temporada, Mbappé había marcado 18 goles. Hoy lleva la mitad. Por otra parte, y esto tampoco le pasaba antes, tiene que convivir en el equipo con un futbolista que rinde mejor que él, que aporta más al juego y es más decisivo, lo que a?ade más ruido y ansiedad a las expectativas no cumplidas con su llegada galáctica.
Al futbolista se le ve angustiado, intentando muchas veces arreglar el desaguisado con acciones individuales en las que se precipita y sale trastabillado. Otras veces se obceca en finalizar su jugada y no mira a los compa?eros desmarcados, aunque hay que decir que la asistencia nunca ha sido su mejor virtud. En el área, sin espacios y rodeado de contrarios, se mueve con torpeza porque no es su sitio. Después de cuatro meses, la que iba a ser piedra angular de los próximos a?os está tumbada en el diván y, con ella, todo el equipo y el entrenador. Veremos si la Mbaptitis es un virus pasajero o si se convierte en crónico...
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