Maestro de grandes plazas
Feliciano L¨®pez ha sido un tenista disruptivo desde muy joven. En categor¨ªas alev¨ªn e infantil ya hac¨ªa cosas que los chicos de su edad ni intentan. Pura versatilidad, con m¨¢s chistera que la mayor¨ªa. Dominaba el rev¨¦s cortado y la primera volea como pocos, un arte dif¨ªcil a tan tierna edad. Un zurdo que no cubr¨ªa la pista como tal (siempre fue m¨¢s de derecha invertida que de drive cruzado sobre el rev¨¦s de su oponente) y que constru¨ªa jugadas poco habituales, con la red como meta.
A lo largo de su carrera, ese tenis distinto, unido a un f¨ªsico privilegiado y cuidado a conciencia, sobre todo en los ¨²ltimos a?os de su trayectoria, le ahorr¨® muchas lesiones y le convirti¨® en un rival muy duro. Un tenista muy inc¨®modo para cualquier oponente, por su patr¨®n de juego agresivo, poco convencional y dif¨ªcil de descifrar. Un tenis de riesgo, sin espacio para la especulaci¨®n, en el que Feli se mov¨ªa como pocos. Especialmente en los grandes escenarios, donde era temible.
Como buen jugador de sensaciones, cuando ¨¦l se encontraba a gusto, se sent¨ªa y se sab¨ªa capaz de derrotar a cualquiera. Nunca se hizo peque?o ante los m¨¢s grandes. En esos momentos s¨®lo quedaba sentarse a disfrutar del maestro y de su genialidad. Por eso, entre otras cosas, su entorno cercano le apod¨® Morante de la Puebla¡ Adem¨¢s, como ocurre con el buen vino, Feliciano mejor¨® con la madurez, etapa en la que cosech¨® la mayor¨ªa de sus mejores ¨¦xitos.
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