Los ni?os
En estos tiempos exagerados necesitamos recurrir a la sentencia para explicarnos las cosas, quiz¨¢ consolarnos, para convencer a otros de que nuestra visi¨®n del mundo es la correcta. El conocimiento se apila, superficial, en las redes, en forma de frases que replican la previa, en lugar de morar en libros o en aulas. La paciencia se esconde.
El f¨²tbol se ense?orea de esta manera de estar en el mundo, como punta de lanza del capitalismo consumista. Queremos novedades continuas pero no dejamos que los ni?os entren en el sal¨®n. En Espa?a, Madrid y Bar?a (algo menos) hacen una gesti¨®n muy particular de sus promesas juveniles. Para que uno se consolide en el primer equipo debe ocurrir no tanto que sea muy bueno, algo indispensable, como que se haga el hueco en la plantilla para ¨¦l, cosa que suele suceder en ¨¦pocas oscuras, con el proyecto en reconstrucci¨®n o directamente demolido. ?De qu¨¦ otra manera podr¨ªan haberse mantenido promesas como Ansu, Pedri o Vinicius? Volver¨¦ sobre este ¨²ltimo. Ocurre que si no se da eso, su concurso por falta de competencia, jugadores muy v¨¢lidos se perciben como sospechosos por fallos perfectamente normales o por no ser dominantes, sin tener en cuenta que siguen en formaci¨®n. No se les espera. Pienso en Eric Garcia, en Cucurella, que vale hoy 70 millones, en Ferran, en Miguel Guti¨¦rrez, futuro lateral de la Selecci¨®n y que tendr¨¢ un precio similar al melenudo catal¨¢n muy pronto. El Madrid lo ha dejado escapar para mantener a Mendy, jugador inferior a aquel, pero veterano probado.
Cierro con Vinicius, el caso m¨¢s paradigm¨¢tico de superaci¨®n de prejuicios: los de los dem¨¢s y, peor a¨²n, los de los suyos. Los obst¨¢culos que ha tenido que superar son gigantescos, hubieran acabado con cualquiera. Tener el talento y la fuerza mental de hacerlo le augura una carrera esplendorosa. Ayer me re¨ªa de ¨¦l, hoy lo admiro mucho, es uno de los mejores. Me alegro de que la vida premie a alguien tan humilde e insistente como para tirar nuestras barreras regateando.