Los mil y un millones
Uno de los cuentos m¨¢s c¨¦lebres recogidos en Las mil y una noches versa sobre la inevitabilidad del destino. Lo conocen de sobra, es esa historia de un criado que se encuentra con La Muerte en el mercado de Bagdad y ¨¦sta lanza una mirada extra?a. Sinti¨¦ndose amenazado, al volver a palacio el criado pide a su amo que le ceda el caballo m¨¢s veloz, pues quiere huir lo m¨¢s lejos de la ciudad, nada menos que hasta la remota Ispah¨¢n. El amo accede y despu¨¦s es ¨¦l quien se encuentra con la dama de negro. ¡°?Por qu¨¦ has amenazado a mi criado?¡±, le pregunta. A lo que La Muerte responde: ¡°?Amenazado? No, mi gesto no ha sido de amenaza, sino de asombro. Me ha sorprendido ver a tu criado aqu¨ª, tan lejos de su destino, porque esta noche debo llev¨¢rmelo en Ispah¨¢n¡±.
La moraleja no es solo que el destino sea inevitable, sino que a veces nuestros esfuerzos por sortearlo nos conducen precisamente a cumplirlo. ?Es libre el ser humano? La respuesta a esta pregunta excede con mucho la extensi¨®n de esta columna y la capacidad de entendimiento de quien la escribe. Pero si la circunscribimos exclusivamente al plano laboral, podemos dar una respuesta parcial: en ese sentido, convendremos que es m¨¢s libre quien tiene menos ataduras econ¨®micas. Pervirtiendo la c¨¦lebre frase de Mandela, tan habitual en los manuales de coaching y los tatuajes de gimnasio, podemos decir que ser due?o de tu destino y capit¨¢n de tu alma suele ser un privilegio exclusivo de los ricos.
Pero he aqu¨ª la paradoja: resulta que qui¨¦n m¨¢s tiene, m¨¢s atado parece estar al vicio de acumular. ?Solo a m¨ª me sorprende y desasosiega la tendencia de los muchimillonarios futbolistas a dejarse seducir precisamente por aquello que les sobra, el dinero? Teniendo asegurada una vida lujosa para varias generaciones de sus descendientes y pudiendo decidir qu¨¦ hacer con los dos o tres ¨²ltimos a?os de su carrera deportiva (ese tiempo que nunca volver¨¢, eso que no se puede comprar), ?por qu¨¦ terminan siempre all¨¢ donde m¨¢s pagan? ?O es que quiz¨¢ no pueden las estrellas del f¨²tbol elegir y son como el criado de Bagdad, que creyendo decidir no hacen sino cumplir con el destino que otros han trazado para ellos? Dicho de otra manera: ?son realmente libres los futbolistas que quedan libres? Qui¨¦n sabe.