Los chavales
Escribe Miqui Otero en Orquesta (Alfaguara) que en las fiestas de pueblo los adolescentes llegan y lo cambian todo. Cambian el ambiente. Cambian, sobre todo, las miradas de la gente. ¡°Son como una nube de estorninos que vuelan desdibujando eses y c¨ªrculos para encontrarse y distanciarse, mientras avanzan de un lado a otro de la plaza en grupo, una bandada de zapatitos blancos de hebilla, coloridas bambas de velcro, vestidos floreados con volantes, cintas de raso rojo en las coletas¡±, escribe. A los adolescentes los miramos en las fiestas, y en cualquier parte en general, porque nos recuerdan una versi¨®n de nosotros mismos que ya no existe, la versi¨®n irrecuperable, ese momento de la vida en el que a algunas emociones todav¨ªa no sab¨ªamos ni ponerles nombre.
Ocurre lo mismo viendo a Lamine Yamal y a Nico Williams con la Selecci¨®n. Hay algo adictivo en verlos juntos trazando jugadas, o simplemente sentados en el banquillo bromeando (tambi¨¦n con Pedri), como si estuviesen en la parte trasera de un autob¨²s escolar. En realidad, se llevan cinco a?os (ambos cumplen con un d¨ªa de diferencia en el mes de julio, por cierto), que a esas edades las distancias se amplifican y cinco a?os pueden parecer veinte. Pero sus 16 y 21 a?os son refrescantes, como cuando entras en contacto con el mar si has llegado corriendo porque la arena arde.
Los dos simbolizan el cambio de Espa?a en esta Eurocopa. Un equipo que planteaba dudas e inc¨®gnitas, incluso indiferencia o pereza, pero que tras los dos primeros partidos de la fase de grupos se ha convertido en un reclamo din¨¢mico y atrevido, como si el tiki-taka hubiese cambiado de look y se hubiese puesto b¨®tox en la frente. Pero, adem¨¢s, tanto Lamine Yamal como Nico Williams representan algo m¨¢s que un juego renovado. Ambos son hijos espa?oles de padres inmigrantes y, por tanto, son parte de una generaci¨®n nueva, con una fuerte conciencia social. ¡°Mis padres para m¨ª son h¨¦roes, como muchos inmigrantes han venido aqu¨ª a trabajar, no a quitarle nada a nadie sino a ser uno m¨¢s y a integrarse¡±, dec¨ªa Nico en una entrevista en ¡®Esquire¡¯.
Es imposible saber hasta d¨®nde van a llegar, pero resulta f¨¢cil subirse a su carro. El carro de los chavales no solo parece s¨®lido, es que adem¨¢s es divertido.