La leyenda del ucraniano errante
Mineros bajo la tierra del estadio, topos del f¨²tbol, los jugadores del Shakhtar Donetsk han escapado de la guerra (de la revuelta del Donbass a la invasi¨®n rusa) por un t¨²nel de liberaci¨®n que primero llev¨® la estampida naranja y negra a Lviv (de evocadora traducci¨®n: Le¨®polis), que despu¨¦s alcanz¨® al estadio Ol¨ªmpico de Kiev y que ahora, en los partidos de Champions, un imparable caudal deportivo ha llevado hasta la hanse¨¢tica ciudad Libre (doblemente) de Hamburgo. La victoria frente al Barcelona en el Volksparkstadion es una gesta p¨ªrrica en una guerra en la que, como siempre que la pol¨ªtica gana al deporte, perdemos todos.
La haza?a del ucraniano errante, el equipo condenado a vagar durante a?os por los campos del este de Europa, tiene un aire fantasmal, como de f¨¢bula nocturna, de relato de Poe, que recuerda mucho a la de otros equipos hist¨®ricos obligados a navegar de puerto en puerto, con la maldici¨®n de que cada partido ganado les alejaba m¨¢s de volver a casa. Como una cara B sombr¨ªa de los Harlem Globetrotters, con su toque decadente y evocador de circo ambulante, desbordado por malabaristas tristes del bal¨®n, ecos del Hungaria de Kubala, once de futbolistas que cruz¨® el Tel¨®n de Acero sobreviv¨ªa en partidos de exhibici¨®n a principios de los 50. O como el Honved de Budapest, equipo del ej¨¦rcito, que, en plena eliminatoria de Copa de Europa con nuestro Athletic, vio como la invasi¨®n sovi¨¦tica de Hungr¨ªa en 1956 le impidi¨® volver a casa durante meses (Puskas, Czibor y Kocsis decidieron no regresar). Igual que antes le pas¨® a la selecci¨®n vasca en la Guerra Civil, viajando por Europa y Am¨¦rica como Euzkadi. E incluso como le ocurri¨®, en huida hacia adelante para salvar los muebles ante la quiebra, al Racing de Madrid en su aventura americana: ¡°Muri¨® en Nueva York¡± certifica con maestr¨ªa Jos¨¦ Manuel Ruiz Blas en El ¨²ltimo gol apache sobre aquel equipo que regres¨® para desaparecer. Gane o pierda, al Shakhtar errante solo le queda seguir luchando por su vida, como magiares m¨¢gicos, como exiliados vascos, como chamberileros castizos, para que no olvidemos su leyenda.
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