La encrucijada de Ancelotti

Desde que era ni?o, siempre he sentido una extra?a fascinaci¨®n por Brasil. Toda la vida lo he visto como un lugar especial, casi mitol¨®gico, donde vivir para que te ocurran cosas (o para que te dejen de ocurrir). Me acuerdo cuando de peque?o vi con mi padre una pel¨ªcula sobre el asalto al tren postal de Glasgow. Solo recuerdo que uno de los atracadores del conocido como ?el robo del siglo? hab¨ªa logrado huir a Brasil donde no hab¨ªa tratado de extradici¨®n. Aquella idea me asombraba; hab¨ªa un lugar en el mundo donde no te pod¨ªan atrapar. Era en Brasil tambi¨¦n donde Oliver Atom so?aba con triunfar jugando al f¨²tbol y Roberto Sedinho, aquel scout con problemas con la bebida y m¨¢s ciego que un topo, le dijo que le llevar¨ªa hasta la tierra prometida. De Brasil ven¨ªan siempre los mejores futbolistas (que luego se acababan volviendo, aquejados de una aguda saudade), el caf¨¦, Ayrton Senna, calendarios Reef y Branka, el enigm¨¢tico monstruo verde del ¡®Street Fighter¡¯. Normal que lo acabara romantizando tanto. Brasil en mi cabeza era como la casa en la playa al final de la huida de Tom Hanks en ¡°Camino a la perdici¨®n¡±: un lugar id¨ªlico y ex¨®tico donde descansar de tu propia sombra y poder cumplir tus sue?os.

Por eso entend¨ªa que Ancelotti eligiera este destino para acabar su etapa como entrenador, pudiendo dirigir adem¨¢s a varios de sus chicos (Vinicius, Rodrygo, Militao, Casemiro y tal vez Endrick) en un Mundial. Ya estaba mentalizado para su adi¨®s. Lo ten¨ªa asumido. Mi proceso de duelo se hab¨ªa iniciado este verano y ya me encontraba cerca de la aceptaci¨®n. Y ahora resulta que lo m¨¢s probable es que el italiano se acabe quedando en Madrid y que no sea finalmente el seleccionador de Brasil.

No s¨¦ c¨®mo sentirme, la verdad. Ya hab¨ªa invertido un valioso tiempo de mi vida interiorizando que Brasil ser¨ªa mi selecci¨®n suplente para el Mundial 2026, una suerte de revival en Estados Unidos de mi querido USA ¡®94 (que acab¨® ganando precisamente Brasil). Estoy muy confuso ahora.

Como madridista, carlettista declarado y brasilero de nuevo cu?o, no puedo vivir en semejante estado de indecisi¨®n. He de saber en qu¨¦ punto estamos. ?Qui¨¦n nos va a entrenar el a?o que viene? ?D¨®nde va a coincidir Ancelotti con Endrick: en Brasil o en Madrid? ?Cancelo mi curso de portugu¨¦s de Planeta-Agostini? ?Devuelvo la peluca verdeamarela que me compr¨¦? Poco orden y progreso por aqu¨ª.

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