Jalear una injusticia
Nunca antes en la lamentable historia del Comit¨¦ de Integridad de la Federaci¨®n, un invento inquisitorial y represor de Rubiales y compa?¨ªa, se hab¨ªa jaleado p¨²blicamente una denuncia y sanci¨®n como se ha reclamado para Ancelotti. Hasta ahora, siempre que esta panda de fiscales de pacotilla se encelaban con un futbolista o un entrenador por sus quejas sobre un arbitraje, nos parec¨ªa a todos una verg¨¹enza y un desprop¨®sito. Adem¨¢s de haber sido perjudicados en el campo, se les castigaba con dureza por unas declaraciones que de ninguna manera se pod¨ªan tomar como un ataque al honor del ¨¢rbitro, si acaso como una rabieta pasional en caliente. La redacci¨®n de la norma federativa, ¡°la realizaci¨®n de declaraciones mediante las que se cuestione la honradez e imparcialidad de cualquier miembro del colectivo arbitral o de los ¨®rganos de la RFEF, as¨ª como las que supongan una desaprobaci¨®n de la actividad de cualquier miembro de los colectivos cuando se efect¨²en con menosprecio o cuando se emplee un lenguaje ofensivo, insultante, humillante o malsonante, ser¨¢n sancionados¡±, es propia de un r¨¦gimen autoritario y dictatorial, de despachos donde huele a rancio y a Santo Oficio federativo.
Todas sus condenas fueron un¨¢nimemente protestadas, ?pobre Gay¨¢, qu¨¦ sinraz¨®n!, ?pobre ?lvaro Cervera, qu¨¦ persecuci¨®n!, ?pobre Luis Garc¨ªa Plaza, qu¨¦ atropello!, pero resulta que a Ancelotti hay que sancionarlo duramente. La injusticia perpetrada en su d¨ªa es ahora legitimada y validada por muchos para que no se sientan ofendidos los anteriormente castigados y, principalmente, para que no haya favor alguno con el entrenador del Madrid. Estas reacciones, provocadas por el odio y el resentimiento, no hacen sino legitimar un sistema represivo que defiende su incompetencia con mano dura.