Hola, hola
El domingo pasado nos despertamos sobrecogidos con la noticia inesperada de que nos hab¨ªa dejado Pepe Domingo Casta?o. Precisamente un domingo, como tantos otros en los que nos saludaba con esa vitalidad que elevaba el ¨¢nimo de todos: ¡°hola, hola¡±, y nos invitaba a acompa?arle en ¡°las horas m¨¢s calientes de la radio espa?ola¡±.
Tuve la inmensa suerte de conocerle hace m¨¢s de 40 a?os por un asunto publicitario, aunque fue unos a?os m¨¢s tarde, gracias a mi amigo Jos¨¦ Ram¨®n de la Morena, al que le un¨ªa una relaci¨®n fraternal, cuando pude compartir con ¨¦l muchos momentos y conocer m¨¢s de cerca a esa persona maravillosa, que ha sido, es y ser¨¢ una leyenda de la radio. Empez¨® a ser conocido por programas musicales, pero fue en la radio deportiva donde en los ¨²ltimos 35 a?os ha conseguido ganarse el respeto, la admiraci¨®n y el cari?o de todos. En la SER y en la COPE nos ha regalado su genialidad a los oyentes y a sus compa?eros, algunos de los m¨¢s cercanos, como sus hermanos Paco Gonz¨¢lez, Manolo Lama o Juanma Casta?o, entre otros, disfrutaron a su lado en ambos periplos. Creo que Pepe ha trascendido de las importantes emisoras en las que trabaj¨® y ser¨¢ recordado como un maestro de LA RADIO. Ha vivido siempre apasionado por su mujer, Tere, sus hijos, su familia, sus amigos, la radio, Galicia, Espa?a¡ por la vida. Nadie ha puesto el sentimiento y la pasi¨®n que ¨¦l irradiaba para vendernos un jam¨®n, una cerveza, un purito o cualquier otro producto. No tengo jard¨ªn ni ¨¢rboles, pero reconozco que m¨¢s de una vez he pensado en comprar la motosierra o la desbrozadora de las que hablaba con tanto arte. Y aunque no se tenga c¨¦sped, un cortabordes podr¨ªa venir bien en algunas ocasiones.

Le o¨ªmos en la radio contar y cantar con el coraz¨®n el campeonato de Liga de su Depor: ¡°vivir na Coru?a que bonito ¨¦, andar de baranda e dormir de p¨¦¡±. Tambi¨¦n le recordar¨¦ cantando con el alma, cualquier noche, rodeado de amigos: ¡°me voy, pero un d¨ªa volver¨¦, a buscar mi querer, a so?ar otra vez, en mi viejo San Juan¡±.
Un d¨ªa me regal¨® unas palabras llenas de generosidad, escritas de su pu?o y letra en un papel que guardo como un tesoro, que terminaban diciendo: ¡°la buena gente es la ¨²nica que vale la pena¡±. Pepe, transmitiste a todos que la vida, como t¨², vale la pena.