Gol de cabeza de Carvajal
No soy optimista, soy realista. Creo sinceramente, desde el fondo de mi cerebro y mis entra?as, que el Madrid se va a clasificar para la final de la Champions. No es optimismo, insisto, es realismo. Simplemente por observar c¨®mo funciona el equipo de Ancelotti, la l¨®gica cartesiana de mi educaci¨®n francesa y la intuici¨®n creada por tantos a?os de cercan¨ªa cotidiana con este club me convencen de que no hay otra v¨ªa. Por supuesto que el Madrid va a sufrir, que el Bayern va a pelear como pocos en el Santiago Bernab¨¦u y que, incluso, podr¨ªa adelantarse y oler el pase hacia la gran fiesta de Wembley del 1 de junio. Porque el equipo alem¨¢n es lo m¨¢s parecido, como esp¨ªritu de club, a lo que representa el Madrid dentro de lo que me gusta llamar la ¡®aristocracia del f¨²tbol¡¯.
En un famoso verso de El Cid, obra maestra francesa del teatro universal, escribe Pierre Corneille: ¡°Al vencer sin peligro, se triunfa sin gloria¡±. Esta gloria se merece ganando a los mejores y, sin duda, el Bayern es el otro mejor. Y que no me hablen de suerte, tal y como lo ha hecho cierta gente al referirse a los cuartos contra el City y al partido de ida en M¨²nich. Lo que llaman ¡°suerte¡± es esa capacidad que tiene el Madrid de trastornar la l¨®gica de los dem¨¢s. Y de ganar siendo dominado con, por ejemplo, un gol de cabeza de Carvajal en el minuto noventa.