En la mente de Djokovic
Ante las dificultades, hay dos clases de personas. Las que se bloquean y se hunden. Y las que se crecen, se retroalimentan con ellas y las utilizan como potente combustible. Novak Djokovic es el paradigma de este segundo tipo. Uno de esos deportistas que consiguen generar tanto amor como odio. Prototipo de gen balc¨¢nico, una regi¨®n mil veces golpeada y mil veces resucitada en la que los competidores feroces no paran de brotar.
Guste o no guste, hay que reconocerle su fortaleza mental. Prodigiosa. A la altura de Rafa Nadal, de ah¨ª el pulso entre los dos por la supremac¨ªa en los Grand Slams y en el deporte. Guste o no, se puso en contra del mundo hace un a?o por su negativa a vacunarse contra la COVID, por lo que acab¨® detenido y deportado de Australia y fuera de Miami, Indian Wells, Canad¨¢, Cincinnati y el US Open. Puso en peligro su carrera en un ambiente de incertidumbre. Perdi¨® el n¨²mero uno. Pero fue capaz de ganar Wimbledon y el Masters, siempre con el colmillo afilado. En Melbourne comenz¨® lesionado y acab¨® como un tiro, con l¨®gicas suspicacias tambi¨¦n de por medio dados sus antecedentes. Pero as¨ª es Djokovic. Un genio, un animal que sale mordiendo cuando se le acorrala. El tenista que vuelve a la cima del ranking. El de los diez Open de Australia. El de los 22 Grand Slams. Guste o no guste.