El poderoso im¨¢n de Topuria
Cuando Rafa Nadal, Andr¨¦s Iniesta o Iker Casillas, algo as¨ª como la Sant¨ªsima Trinidad del deporte espa?ol, aparecen en un v¨ªdeo deseando suerte a un luchador de UFC que se va a pegar a una hora tan intempestiva como las 06:00 a m¨¢s de 9.000 kil¨®metros de Espa?a es que ese tipo es alguien. Ilia Topuria, nacido en Alemania de padres georgianos y criado deportivamente en Alicante donde lleg¨® con 15 a?os, tiene im¨¢n. El magnetismo que provoca su historia. Hijo de alba?il que descubre las artes marciales, que trabaja de cajero en el s¨²per o de ¡®puerta¡¯. Que combate a combate, golpe a golpe, acababa forj¨¢ndose un camino en la UFC, la compa?¨ªa de Artes Marciales Mixtas que revienta audiencias por el mundo a pesar de la crudeza de su propuesta. Un show con superatletas, gladiadores del siglo XXI, que impacta entre la gente joven y se come al boxeo.
Topuria, tan buen peleador como hombre de marketing, opt¨® inteligentemente por el trampol¨ªn de las redes (tiene 2,3 millones de seguidores en Instagram). De los podcasts especializados salt¨® a La Resistencia o El Hormiguero y los ni?os saben qui¨¦n es El Matador, aunque sus padres no les dejen ver sus combates. Su imagen limpia, intachable salvo en los obligados careos precombates que forman parte del espect¨¢culo en un mundillo que no es ajeno a los esc¨¢ndalos, atrae. Unido al influjo poderoso de la sangre en el oct¨®gono. De la pelea primitiva trasladada al futuro. Topuria, pase lo que pase frente a Volkanovski, ha traspasado el deporte. Algo que muy pocos consiguen.
Con ¨¦l, hay la misma sensaci¨®n que se vivi¨® en 1991 cuando Poli D¨ªaz viaj¨® hasta Norfolk para retar por el Mundial a Pernell Whitaker. Ese cosquilleo de buscarse la vida, de levantarse temprano o empalmar la noche para asistir a algo ¨²nico.